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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Volvimos con la Décima

José Manuel Otero Lastresel

Desde la eliminación del Bayern de Munich, empezó a formar parte del aire que respirábamos un sueño que veníamos persiguiendo catorce años. La gente más próxima a nosotros no dejaba de reprocharnos que no hubiéramos perseguido la Liga hasta el final. Pero la tensión que había soportado el equipo desde la final de la Copa del Rey y la difícil eliminatoria con el Bayern, al que todo el mundo consideraba  el mejor equipo de Europa, había desgastado física y mentalmente al equipo. Para ganar ayer, había que reservar gasolina en los corazones de esos jóvenes que pasarán a la historia como los ganadores de la décima Champions League.

A partir de las trece treinta del viernes, los miembros de la Junta Directiva del Real Madrid, Club de Fútbol nos fuimos agrupando en torno a la puerta 50 de la T4. Unos más preocupados que otros, pero todos deseando volver con un trofeo por el que llevábamos suspirando muchos años.

Aterrizamos en Lisboa sobre las dieciséis horas, en horario portugués, y tras dejar nuestras maletas de mano en el hotel, nos trasladamos a las plazas de Pedro IV y, sobre todo, del Comercio. El ambiente empezaba a ser extraordinario. Gente procedente de muchos lugares, vestidos con las camisetas de sus clubes y no todas del Real o del Atlético, pues había no pocos que portaban la del Bayern de Munich, porque habían comprado las entradas en marzo creyendo que su equipo sería uno de los finalistas.

A las siete de la tarde salimos del hotel hacia el Restaurante en el que se celebraba la comida oficial, que resultó un poco larga y con pausas excesivas entre plato y plato. Todavía no había aparecido el gusanillo atenazador que suele corroernos ligeramente cuando jugamos las finales.

Tras una mañana en Lisboa, que debió asistir asombrada al gentío mayoritariamente madrileño, pero llenos de aficionados de otras parte de España, que dieron un ejemplo extraordinario de civismo y de sana convivencia entre adversarios futbolísticos, salimos a las 17,30 hacia el Estadio Da Luz. Los directivos y nuestras mujeres íbamos esperanzados, pero con un gran respeto por nuestro rival, que venía haciendo una campaña excelente.

Y empezó el partido. Uno, que ya va conociendo al equipo, sabe cuando sale a por todas o un poco distraído. Nos tranquilizó ver que salían concentrados y a por la ansiada Décima. No voy a decir nada de cómo se desarrolló el encuentro, porque muchos de ustedes lo habrán visto. Los madridistas nos fuimos al descanso, preocupados, pero con esperanza. Y cuando remontamos, la alegría fue indescriptible. Nos abrazamos alborozados, nos olvidamos de la etiqueta represora que invitaba a que no expresáramos nuestros sentimientos en el palco. A alguno, le vi asomar las lágrimas de emoción. Sobre todo, a un creador que esta noche, cuando celebremos el título en el Estadio Bernabéu, se sentirá uno de los madridistas más felices del mundo.

Finalizo con el viaje de vuelta en el avión. Los jugadores, que entraron cuando ya estábamos todos sentados, fueron largamente ovacionados. Venían con la “orejona”, que podíamos tocar y hasta sobar porque ya no cabía la mala suerte. Disfrutamos mucho durante el vuelo, las caras de serena preocupación del vuelo de ida, eran ahora de alegría desbordada. Los jugadores cantaban y se acompañaban rítmicamente golpeando ligeramente las tapaderas de los compartimentos donde se guardan las maletas de mano. ¡Volvíamos con la Décima! Y esa joven generación de jugadores con la consciencia de haber subido un escalón más en la camino de excelencia que lleva el Real Madrid hasta la gloria.

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