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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¿Un nuevo Avellaneda?

José Manuel Otero Lastresel

Como seguramente muchos de ustedes sabrán, poco después de aparecer la primera parte de “El Quijote” un tal Alonso Fernández de Avellaneda, adelantándose a don Miguel de Cervantes, publicó una segunda parte de dicha novela, muy inferior a la que posteriormente escribiría nuestro inmortal escritor, que es conocida como “El Quijote de Avellaneda”.

Lo interesante de este caso es que alguien distinto de Miguel de Cervantes, que es el creador de todos los personajes y de la trama, el mencionado Avellaneda se “apropia” intelectualmente de ellos y concibe, a su vez, una obra original en la que se da una continuación a la historia narrada en la primera parte de su obra por Cervantes.

Algo parecido acaba de suceder con la trilogía “Millennium” de Stieg Larsson, aunque en este caso hay importantes diferencias con el de Avellaneda. La más importante es que en el supuesto de la continuación de “Millennium” el autor de la trilogía ha muerto. No se trata, por tanto, de apropiarse de la obra de un autor vivo y continuarla, sino de “suplantar”, como veremos autorizadamente, al autor fallecido para escribir una nueva obra y seguir beneficiándose del gran éxito de la trilogía.

En efecto, es la propia familia de Stieg Larsson, que es la actual titular de los derechos sobre la obra, la que encarga a David Lagercrantz que escriba la novela “Lo que no te mata te hace más fuerte”, que se acaba de convertir en la cuarta parte de “Millennium”.

No he leído la nueva obra, pero no sería sincero si no dijese que tengo una cierta inquietud interior. Si yo fuera Stieg Larsson no me gustaría que mi familia –la cual tuvo, por cierto, una disputa legal por los derechos de autor con la compañera sentimental de Larsson- “manipulase” a mi muerte y por cuestiones puramente económicas mi obra intelectual. Y es que por mucho que lo pienso no descubro razón alguna, más allá de la crematística, para no dejar la obra de Larsson tal y como quedó.

Por eso, la pregunta que me hago en el caso de Stieg Larsson –y la planteo al margen de cualquier cuestión legal- es si la familia de un autor ya fallecido tiene alguna razón para “inmiscuirse” en su obra intelectual, dándole por medio de otro escritor una prolongación que a primera vista parece innecesaria. Y es que en el presente caso no se trata de “finalizar” con la ayuda de un tercero una obra inacabada elaborada en su mayor parte por el propio Larsson, sino de prolongar una trilogía exitosa para seguir obteniendo pingues beneficios económicos. Lo cual no deja de parecerme una especie de “profanación” de la obra intelectual del autor sueco.

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