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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Síntomas

José Manuel Otero Lastresel

Hay sucesos que no sólo revelan lo que realmente ha acaecido, sino que son, además, señales o indicios de otra realidad que se nos muestra menos evidente. Ante uno de esto acontecimientos, podemos contentarnos con valorar solamente lo que representa en sí mismo o buscar algo más: indagar si está anunciando la existencia de una “anormalidad” o deficiencia que padece nuestra sociedad.

En los últimos tiempos, los medios de comunicación vienen dando noticia de sucesos sobre niños de muy corta edad que son físicamente maltratados, y en muchos casos de forma muy severa, por las personas mayores con las que conviven. Me refiero, claro está, no a la suave colleja con la que se intenta corregir una travesura, sino a la acción en la que un hombre adulto descarga múltiples golpes sin controlar su fuerza.

La gravedad de estos hechos reside, además de en que no hay nada que justifique que un sujeto pueda golpear fuertemente a otro, en la propia condición de los sujetos implicados en la acción. Los maltratadores son adultos que, como tales, están dotados de una fuerza física de la que carece casi por completo la víctima, que, a veces, es un bebé de pocos meses de edad. El  abuso de superioridad es de tal naturaleza que denota un grado de crueldad impropio de seres humanos. Y lo que es aún peor: no es infrecuente que uno de los maltratadores sea uno de los progenitores de la criatura o, las más de las veces, la nueva pareja con la que convive su madre.

Pues bien, maltratar a un niño de corta edad es uno de esos hechos que podemos valorar aisladamente en lo que por sí mismos representan o como síntomas de algo más. Para mí son señales o indicios reveladores de una sociedad parcialmente putrefacta en la que existen sujetos, aparentemente dotados de racionalidad, que se ponen en situación de descargar su ira y sus frustraciones -no poca veces repletos de alcohol- con seres totalmente indefensos, que, por si todavía fuera poco, son, a veces, sus propios hijos o de la persona a la que supuestamente aman.

 

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