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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Silbar los símbolos de España

José Manuel Otero Lastresel

Con ocasión del reciente enfrentamiento liguero entre el Barcelona y el Real Madrid, Artur Mas declaró a la televisión catalana que “no hay que escandalizarse” por hechos como silbar al Rey o el himno de España, “ya ha pasado en otras ocasiones”, añadiendo que “las aficiones de Euskadi y Cataluña siempre han dado ejemplo de buen comportamiento”. El presidente de la Generalitat consideró esos hechos como simples actos de “libertad de expresión”.

Por su parte, el Secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal, afirmó que, lejos de ser actos de libertad de expresión, son “un germen de violencia”, porque entre los asistentes a la final de Copa puede haber otros muchos a los que desagrade tal desprecio a los símbolos de nuestro Estado.

¿Cuál de estas dos visiones es más acertada? La polémica puede enfocarse desde una perspectiva puramente legal y desde la óptica de los valores éticos.

Legalmente, creo que tiene toda la razón el Secretario de Estado del Deporte. En efecto, en la ley contra la violencia en el deporte se considera conducta violenta la entonación de cánticos que inciten a la agresión en los recintos deportivos. Pues bien, no habría que descartar que la “acción” de ciertos aficionados de silbar al Rey o al himno de España fuese respondida con una “reacción” agresiva por parte de aquellos aficionados que se sintiesen agraviados por tal desprecio a sus símbolos nacionales. Desde una óptica puramente preventiva de la violencia en el deporte habría que entender, pues, que las autoridades adoptasen la medida de suspender el encuentro o la de ordenar el desalojo total o parcial del recinto deportivo.

Las cosas son todavía más claras si nos situamos en la óptica de los valores éticos. En el preámbulo de la citada ley contra la violencia en el deporte, se declara que el deporte es una actividad de personas libres, en una sociedad abierta, basada en el respeto de la diversidad e igualdad entre las personas. Y se añade que por tal razón, el deporte profesional y de alta competición está obligado a ser un referente ético en valores y en comportamientos para el conjunto de la sociedad.

Pues bien, lo que en modo alguno puede ser considerado como un referente ético en valores es el comportamiento de los que aprovechan un acontecimiento deportivo, como es la final de la Copa del Rey, para zaherir los sentimientos de todos aquellos asistentes que no comparten sus concepciones políticas. Adviértase que los que silban los símbolos de España no ensalzan los suyos propios, sino que repudian sonoramente los que consideran  símbolos de otros. Y esto no es exaltación de lo propio, sino vejación de lo ajeno.

Claro que el que insulta desprecia por completo los sentimientos y valores del insultado: tiene una visión unilateral desde su estado de furor y jamás se pone en el lugar del menospreciado. Pero ¿qué sentirían los silbadores de los símbolos de España si en algún acontecimiento deportivo propio comparecieran numerosos ciudadanos a silbar sus banderas e himnos autonómicos? ¿Están seguros de que no reaccionarían con violencia? ¿Hay solamente “incitación a la violencia” y no libertad de expresión si se silban sus símbolos?

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