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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¿Será esto lo que quiere el pueblo soberano?

José Manuel Otero Lastresel

Perdónenme si me ha dado un ataque de soberbia, pero la simple observación de la actividad que está desarrollando alguno de los “nuevos partidos” en el Congreso de los Diputados revela que sus parlamentarios han llegado a esa noble institución sin la debida preparación. Hasta ahora, y salvo lo que queda por ver en la tramitación de los Presupuestos Generales del Estado, algunos políticos de la oposición se han limitado a presentar iniciativas que parecen orientadas más a fomentar la imagen de su grupo que a debatir y decidir sobre cuestiones de verdadero interés para la mayoría de los ciudadanos.

Por ejemplo, en el Congreso, la actividad de estos diputados se ha centrado en temas de tanta enjundia política como si había que prohibir que se corte el rabo y las orejas a los perros, o en cuestiones tan urgentes como dictar normas para que los ciudadanos puedan apagar el móvil una vez finalizada su jornada laboral. Aunque pueda parecer imposible, peor ha sido aún en el Senado en el que, ante el fastidio de tener que soportar la mayoría absoluta del PP, la actividad de algunos de estos nuevos “demóstenes” ha consistido en preguntar cuál sería el protocolo en caso de una invasión de zombis (esto fue lo que preguntó Carles Mulet, parlamentario de Compromís) o en solicitar a  la presidencia que impidiera la venta de determinado refresco (el senador de Iñaki Bernal de Izquierda Unida, y Vanessa Angustia Gómez, de En Marea por Pontevedra, pidieron que se prohibiese la venta de Coca-Cola en la Cámara Alta en solidaridad con los trabajadores de la planta de Fuenlabrada).

Lo que antecede contrasta claramente con lo que sucedía en anteriores legislaturas, en las que las iniciativas “pintorescas” eran muy escasas y la labor que se desarrollaban los parlamentarios se centraba, por lo general, en temas de verdadera importancia para la ciudadanía.

Habrá quien piense que existen otras razones para explicar este bajísimo nivel de ciertos parlamentarios, pero tengo para mí que una de ellas es que en la lista de los aspirantes a nuestras Cortes Generales en las últimas elecciones figuran personas de ínfima capacitación para desempeñar la función de diputado o senador. La atmósfera “igualitarista” en la que vivimos nubla la visión de las cosas hasta el punto de hacernos parecer que todo el mundo sabe lo mismo. Y nada más lejos de la realidad. Así como no dudo de que todos los elegibles pueden tener el mismo entusiasmo para representar a los ciudadanos en el órgano legislativo, pienso que la capacitación de cada uno es muy diferente.

Me parece que los hay que tienen habilidades para “destruir” lo construido o, en otras palabras, para ser “demoledores” del sistema. Pero para ser constructor, para edificar, hace falta algo más que fuerza destructora. Se requieren conocimientos y esos no se tienen por ciencia infusa, sino que se adquieren tras un denodado esfuerzo y muchas horas de estudio y de práctica. Y me temo que muchos de esos nuevos parlamentarios han estado más en el “perroflautismo” que en el mundo de la formación y el aprendizaje.

Con todo, su disculpa es que ellos, con su ignorancia, han sido elegidos por el pueblo soberano. Lo cual invita a preguntarse si no será esto lo que quiere el titular de la soberanía nacional. Respóndanse ustedes.

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