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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¡Que tenga dignidad y que se vaya el señor Sánchez!

José Manuel Otero Lastresel

En este blog escribí el 28 de septiembre de 2016: “En el artículo inmediatamente anterior a éste, recordaba que la sin par trayectoria política de Pedro Sánchez me había llevado a calificarlo como el nuevo “Empecinado”, “Doctor NO”, el principal percebe de una piña que se aferra a la “roca” del poder, “Don Limpio” el abrillantador mágico de casa ajena, y, tras las elecciones gallegas y vascas, el “imbatible perdedor”. Hoy añado a esa larga lista el adjetivo “falaz” porque es “embustero y falso” y dice “mentiras” con la intención de dañar a alguien”.

Los tiempos han demostrado que no iba errado en mis calificativos y que hoy, dos años después, la veracidad de todos aquellos epítetos se ha visto plenamente confirmada. Como recordarán, con su empecinamiento del “no es no”, Sánchez nos hizo repetir a los españoles unas elecciones generales, con lo que eso supone de tiempo con un gobierno en funciones, así como del correspondiente gasto electoral. Su buena memoria les permitirá también recordar que el gran argumento que aducía entonces Sánchez para obstaculizar el nombramiento de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno era la imperiosa necesidad de que se produjera un cambio para que el supuestamente corrupto Rajoy le cediera el paso a él, que se presentaba entonces como paladín de la honradez y de la honestidad políticas.

Pues bien, pasado el tiempo, estamos comprobando que Sánchez ya era por entonces un verdadero corrupto y embustero porque se atrevía a dudar de la decencia de Rajoy cuando él ya había falseado su tesis doctoral, convirtiéndose en un despreciable plagiario. Es decir, criticaba a alguien, como Mariano Rajoy, del que no se ha podido probar que tuviera las manos sucias, y se presentaba ante el pueblo español como alguien con las manos limpias, cuando es así que él las tenía llenas de mugre.

El paso del tiempo está demostrando que Sánchez sigue pagando los votos que mercadeó. No sé si Pedro Sánchez sabrá quién fue Enrique IV de Navarra al que se atribuye la frase de “París bien vale una misa”, que, como es sabido, quiere decir que no importa a lo que haya que renunciar si permite obtener lo que realmente se desea. Pero su actuación como presidente del gobierno está confirmando que se comprometió a entregar lo que tenía y hasta aquello de lo que no podía disponer con tal de echar a Mariano Rajoy de la Moncloa para ocuparla él.

Y así, además de acercar presos etarras al País Vasco, de entregar a Podemos la corporación de Radio Televisión Española, y de desmantelar la Constitución mediante la retirada de recursos ante el Tribunal Constitucional porque cierta leyes de Cataluña invadían competencias exclusivas del Estado central, ahora está empezando a poner en práctica la estrategia para acabar “perdonando” a los independentistas catalanes procesados por rebelión y sedición.

En efecto, por lo que vienen manifestando públicamente miembros del partido en el poder, tengo la certeza de que, para obtener el apoyo de los independentistas catalanes, Sánchez se comprometió con ellos a presionar a la fiscalía general y a la judicatura, primero, para que salieran de prisión provisional los que estén pendientes de juicio si es que éste se retrasara excesivamente; y, después, que todos ellos serían indultados en caso de que hubiera condena.

Es verdad que todo eso no depende enteramente del señor Sánchez, por la independencia del poder judicial. Pero él siempre podrá alegar que hizo lo que pudo y, si no llegar a conseguirlo, siempre estará a tiempo de culpar a los que lo votaron por creerse sus promesas.

Por eso, a todos los epítetos que le dediqué debo añadir ahora el de “regala patrias”. Porque está regalando la unidad de España, pero no a cambio de una misa, sino de acceder al poder para demostrarnos su enorme incompetencia. Estamos sufriendo una acción de gobierno con constantes globo sonda, cuando no cambios criterio, estamos padeciendo a unos ministros, algunos de los cuales han tenido que dimitir en los primeros cien días de gobierno, y por lo que estamos viendo está en la cuerda floja nuevamente la ministra de justicia, que ya tuvo que recular con la defensa jurídica del magistrado LLarena ante la Justicia (?)belga y ahora parece que anduvo con malas compañías.

Por todo lo que antecede, y porque espero que recuerdo la facilidad que tenía usted para pedir la dimisión de los demás por cosas mucho menos importantes que sus tropelías, me veo en la necesidad de pedirle que actúe con dignidad, que dimita y convoque nuevas elecciones. ¡El pueblo español lo merece!

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