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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Pep Guardiola miente y lo sabe

José Manuel Otero Lastresel

Una vez más Pep Guardiola ha aprovechado la proyección pública de su imagen profesional de entrador para volver a insistir en sus proclamas nacionalistas. Los medios han puesto en boca de Guardiola las siguientes reflexiones: “Hace unas semanas, varios de los mejores golfistas del mundo, Tiger Woods incluido, jugaron un torneo en Estados Unidos y llevaron durante todo el fin de semana un lazo amarillo en sus corazones. La intención era apoyar a Jarrod Lyle, que luchaba contra una leucemia. Los jugadores llevaron el lazo para estar cerca de Jarrod y su familia, en un gesto humanitario que dio la vuelta al mundo”.

Hasta aquí no habría nada que decir, lo que ocurre es que Guardiola añadió: “Algo parecido pasa en Cataluña, donde miles y miles de personas llevan un lazo amarillo para mostrar su humanidad hacia varios hombres y mujeres normales que llevan casi un año en la cárcel simplemente por defender sus ideas. A los que estéis el próximo 11 de septiembre en Cataluña, os agradecemos que podáis transmitir este mensaje a Europa y todo el mundo. Libertad a todos los que están en la cárcel. Ojalá puedan volver a casa”.

Guardiola sabe perfectamente que en España afortunadamente nadie, repito nadie, está en la cárcel “simplemente por defender sus ideas”. Esta es una tergiversación de la realidad que puede deberse a la ignorancia (que no es su caso) o, lo que es peor, a una aviesa intención, circunstancia ésta última que en ningún caso merece una nación como España de la que él tanto se ha beneficiado durante muchos años.

Dice W. Somerset Maugham en su obra “Diez grandes novelas y sus autores” que “el novelista no tiene por qué ser más que novelista. Con eso basta si es un buen novelista”. Y añade: “No tiene por qué comerse un cordero entero para saber a qué sabe la carne de lechal; le basta con tomarse una chuleta. Después, aplicando su imaginación y su facultad creadora a la chuleta que ha degustado, puede ofrecernos una idea bastante atinada de cómo es el cordero guisado al estilo irlandés; pero cuando de eso pasa a sacar a colación sus ideas sobre las crías de las ovejas, la industria lanera y la situación política en Australia, lo más prudente es aceptarlas con reservas”.

Lo mismo puede decirse de Guardiola: no tiene por qué ser más que un entrenador. Por eso, cuando compara dolosamente los símbolos de la leucemia y el del apoyo a los independentistas en prisión preventiva por riesgo de fuga (como han hecho Puigdemont y otros secuaces), debe saber que a pesar de la repercusión de sus palabras su crédito se agota en lo que es: un entrenador de fútbol. Al hablar de política es como cualquiera de nosotros, sus opiniones no reciben suplemento alguno de credibilidad por el hecho de ser conocido en el mundo del fútbol.

Sea porque necedad o sea por dolo, lo cierto es que Guardiola debería pensar en que como dijo Platón “los sabios hablan porque tienen algo que decir, los tontos porque tienen que decir algo”. Y asimismo le vendría bien recordar dos pensamientos brillantes de El Perich: “el nacionalismo es creer que el hombre desciende de varios monos” y “un fanático es un individuo que tiene razón, aunque no tenga razón”.

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