La expresión “teléfono móvil” se ha quedado estrecha para designar las múltiples funciones que cumple hoy tan imprescindible aparato. Cuando solo servía para hablar a distancia la palabra teléfono describía bien el objeto que designaba. Pero las nuevas tecnologías han convertido al teléfono, primero en un instrumento portátil, y más tarde en un aparato multiusos que sirve, en lo que ahora me interesa, para comunicarse a través de las palabras, escritas u orales, y, sobre todo, como medio de comunicación audiovisual.
Es por esta última función por la que se puede afirmar sin riesgo de error que hoy portamos de un lado a otro “pequeñas televisiones” que nos permiten contemplar imágenes y sonidos en un formato idéntico al de los televisores con pantallas de muchas pulgadas. Y lo que es más importante, vídeos que captan secuencias de la realidad, ya sean grabados directamente por el teléfono móvil en el lugar en el que sucedieron, ya sean simplemente reproducciones de emisiones de televisión.
Por eso, aunque es cierto que hay un claro predominio de los mensajes de izquierda en las cadenas de televisión públicas y privadas, no lo es menos que, gracias a internet y a los mal llamados teléfonos móviles, circulan por la red numerosos vídeos que retratan perfectamente a nuestros políticos.
Se trata de retratos de contraste: como los políticos suelen estar reñidos con la verdad y su falta de coherencia y rigor les permite decir sin el más mínimo rubor una cosa y la contraria. Lo malo es que gracias a los teléfonos móviles las palabras ya no se las lleva el viento: algunas quedan grabadas y almacenadas y son puestas en circulación con resulte conveniente.
Viene todo esto a cuento porque acabo de recibir por WhatsApp sendos vídeos, uno de Pedro Sánchez y otro de Pablo Iglesias que resultan demoledores. De Pedro Sánchez son dos intervenciones de la época en la que era un ansioso jefe de la oposición tratando por todos los medios de sustituir a Mariano Rajoy. Y en ambos repite el mismo mensaje: la ley más importante es la de presupuestos del Estado y si un presidente del gobierno no logra su aprobación en ejercicio de su responsabilidad como presidente tiene que dimitir. En los de Pablo Iglesias, también dos, declara en el programa de Ana Pastor en la Sexta que son casta los políticos que viven en casas que son más lujosas que las de la generalidad de los ciudadanos y en un mitin electoral reitera su idea de que él vivirá siempre en su barrio saludando cada mañana al panadero o a su quiosquero.
Si los periodistas fueran de verdad independientes y no hubiera tanto pesebrista, podrían hacer programas de máxima audiencia con solo emitir estas imágenes de contraste. Pero no lo hacen. Saben, como nosotros o mejor porque se dedican a la información, que una cosa es lo que dicen los políticos cuando tratan de conseguir el poder y otra muy distinta cuando ya están cómodamente instalados en él. Y sin embargo en una especie de complicidad ideológica, callan, no ofrecen a los ciudadanos la información veraz a la que tenemos derecho en virtud del artículo 20.1.d) de la Constitución.
Pero como a la verdad, al igual que al campo, es difícil ponerle puertas, hoy gracias a las benditas redes sociales los ciudadanos del montón que navegamos por ellas podemos informarnos de la inmensa caradura que tienen algunos políticos. Lo deseable sería que vídeos como los mencionados fuesen emitidos por todas las televisiones en horas de máxima audiencia. Lamentablemente esto no sucederá. Pero gracias a las mini televisiones que nos acompañan como si fueran ya nuestra sombra podemos informarnos y salir de la oscuridad informativa en la que les gustaría a ciertos políticos tener sumido al pueblo.
Otros temasSociedad José Manuel Otero Lastresel