La palabra “oposición” significa, según la acepción 5 del Diccionario de la RAE, “conjunto de grupos o partidos que en un país se oponen a la política del Gobierno o al poder establecido”. De esta noción gramatical se desprenden, en lo que ahora me interesa, tres conclusiones: que hay oposición allí donde hay gobierno, ya que ambos están en una especie de relación de “contrarios”; que la oposición la suelen ejercer un conjunto de grupos si no hay democracia parlamentaria o de partidos si la hay, lo cual evoca en democracia la idea de “institucionalización”; y que la misión de la oposición es oponerse a la política del Gobierno de turno en los regímenes democráticos o bien al poder establecido en los autocráticos.
Por su parte, la expresión “progresismo” hay que entenderla en el sentido de “ideas y doctrinas progresistas” o lo que es lo mismo “avanzadas”; esto es, que se distinguen por su audacia o por su novedad en los campos del pensamiento o de la política. Lo cual aplicado a la política se concibe como una tendencia orientada hacia la profundización de la libertad personal que aglutina las fuerzas opuestas al conservadurismo.
Pues bien, tratándose, como se aprecia a simple vista, de nociones diferentes, en el mundo político confuso de nuestros días, se suelen equiparar “oposición política” y “progresismo” si quien gobierna es el PP, mientras que si el que está en el gobierno es el PSOE (en su moderna visión de la coalición fáctica “PSOEMOS”) censurar la acción de gobierno no es hacer oposición, sino chapotear en un lodazal. Ni una cosa ni la otra las tengo por ciertas.
Actualmente, si bien es cierto que el gobierno del PSOEMOS es de izquierdas e incluso radical, también lo es que el apoyo parlamentario que se formó para hacer triunfar la moción de censura y que sigue sustentando la acción del actual gobierno reside parcialmente en partidos reaccionarios, como los sediciosos del PDdeCAT, los independentistas vascos del PNV y los filo-etarras de EH Bildu.
Y es que a poco que se medite PDdeCAT, PNV y EH Bildu, lejos de ser progresistas, son todo lo contrario: retrógrados. En efecto, retrogradar significa “ir hacia atrás, retroceder”, y los que quieren volver a la España de los Reinos y de los Fueros es evidente que no defienden ideas avanzadas, sino antiguas, ancladas en el pasado. Claramente se advierte que estar en la oposición y ser progresista son condiciones diferentes.
Por eso, decir que el PSOEMOS y sus adláteres son la izquierda progresista y que hubo que “echar del gobierno” al PP para regenerar la democracia es una mentira tan grosera que solamente puede ser creída por los paniaguados, los pesebristas, los subvencionados y alguna que otra alma cándida.
En cuanto a la oposición que vienen ejerciendo el PP y Ciudadanos, en la medida en que esos dos partidos representan a una parte importante del pueblo español y que la oposición política es la vía que garantiza la convivencia democrática dentro de la Constitución y la leyes, por dura que resulte, criticar la acción de gobierno es ajustarse escrupulosamente al mandato constitucional.
En efecto, de acuerdo con los artículos 6 y 23 de la Constitución los partidos políticos expresan el pluralismo político que es, conforme al art.1 del propio texto constitucional, uno de los valores superiores del ordenamiento jurídico; concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. En definitiva, contribuyen a “garantizar la convivencia democrática” de la que habla el Preámbulo de nuestra Carta Magna.
Lo que ocurre es que el presidente del gobierno es un descarado plagiador y defraudador de los frutos del intelecto ajeno; la acción/omisión política del actual gobierno solo acierta cuando rectifica; el consejo de ministros está compuesto por algunos miembros llenos de lunares o máculas inadmisibles para el ejercicio de tan alta responsabilidad; y el paseo del “ayudante de aprobación de presupuestos” por las cárceles y lugares de refugio donde residen los sediciosos resulta tan vergonzoso, que los que manejan los hilos de la coalición PSOEMOS tratan de amedrentar a la oposición y de que los ciudadanos miremos hacia otro lado. Y todo ello para irnos preparando para la no muy lejana salida de la cárcel de los rebeldes y sediciosos a cambio de la aprobación de los presupuestos.
Otros temas José Manuel Otero Lastresel