El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, preguntó sorprendido al presidente de la Generalidad qué era lo que buscaba trasladando a Estados Unidos la bronca independentista. Me extraña que todo un presidente del Gobiero con la información que debe manejar no sepa realmente lo que pretenden los que mueven los hilos del independentismo. Pero por si no lo supiera me atrevo a sugerirle que piense quién está detrás de este conflicto. Mi particular visión de las cosas es la que expongo seguidamente.
En el actual mundo de la apariencia, en el que nos fijamos en los señuelos más que en la realidad, hemos acabado por aceptar, sin someterlo a examen crítico, que quien manda en el independentismo catalán es Puigdemont y que Torra es su títere. Sin embargo, a poco que se analicen los hechos la conclusión tiene que ser otra y es que el que sigue mandando en la antigua Convergencia y tiene bajo su control los fondos del independentismo es Jordi Pujol.
Esto es lo que se desprende de los hechos si los examinamos con atención. En efecto, es indiscutible que Jordi Pujol fue el fundador en 1974 de Convergencia Democrática de Cataluña, que fue primero un movimiento político hasta que se convirtió en partido en febrero de 1976. En las primeras elecciones democráticas de 1977 el citado político catalán encabeza el llamado Pacte Democràtic per Catalunya y logra personalmente el acta de diputado del Congreso español y once escaños. En 1978 se funda Convergencia i Unió y el 20 de marzo de 1980 Jordi Pujol liderando esta coalición participa en las elecciones autonómicas catalana y es elegido, junto con otros 45 diputados, miembro del Parlament. Se convierte así en Presidente de la Generalidad desde el 8 de mayo de 1980 cargo en el que permanece ininterrumpidamente hasta el 20 de diciembre de 2003.
Esta larga vida política fue, como no podía ser de otro modo, personal y económicamente muy fructíferahasta tal punto que el diario La Razón del 9 de mayo de 2017 publicó la noticia de que el clan Pujol llegó a mover 3.000 millones de euros en paraísos fiscales antes de que se iniciaran las investigaciones judiciales contra sus miembros.
Por su parte, Carles Puigdemont, periodista de profesión, fue alcalde de Gerona entre 2011 y 2016 y Presidente de la Generalidad durante 2016 y 2017. Y aunque también está siendo investigado por presuntos actos de corrupción en su etapa el frente de la citada alcaldía no parece que tenga ni el poder político ni económico como para montar una algarabía que tiene acobardado al gobierno español.
Pero no solo existe una enorme diferencia de poder político y económico entre ambos políticos catalanes, es que las fechas en las que se radicaliza la antigua Convergencia y comienza sus movimientos de desobediencia constitucional hasta convertirse en el partido que lidera la declaración unilateral de independencia coinciden con el inicio de las investigaciones judiciales contra el clan Pujol.
Obsérvese, en efecto, que el primer referéndum de autodeterminación que convoca Artur Mas es el 9 de noviembre de 2014 y pocos meses antes, en julio de ese mismo año, Jordi Pujol Soley, el patriarca de la familia comparece ante la prensa para afirmar públicamente que tiene unos fondos en el extranjero sin declara que proceden de la herencia de su padre.
Si no miramos, pues, hacia los señuelos con los que los magos de la política pretender distraer nuestra atención y nos fijamos con aplicación en lo que realmente ha sucedido, todo parece indicar que hay una bronca soterrada entre el poder y lo que saben los Pujol y el Gobierno de la Nación. Hasta ahora, la firmeza del anterior gobierno y los tribunales han conseguido que los Pujol no se salieran con la suya. No sé lo que sucederá con el nuevo gobierno, pero mucho me temo que los Pujol se saldrán con la suya. Y si no al tiempo.
Otros temas José Manuel Otero Lastresel