El lunes pasado el presidente del Congreso, Patxi López, fue recibido por Felipe VI para darle cuenta de la investidura fallida del candidato Pedro Sánchez. A partir de ese momento, se abrió constitucionalmente un nuevo período de consultas con los representantes de los partidos políticos para el monarca pudiera proponer un candidato a la presidencia del gobierno.
Sin embargo, el Rey, en lugar de iniciar nuevas consultas, lo que abrió fue un período de negociaciones entre los partidos políticos con el fin de asegurar, si la hubiera, una nueva investidura. La decisión de Felipe VI es irreprochable desde el punto de vista legal, ya que no incumple el artículo 99.4 de la Constitución. Pero ¿estamos ante una decisión políticamente acertada?
A primera vista, podría parecer que no. Porque habrá quien piense que el hecho de que no haya un candidato a la investidura puede entorpecer las negociaciones. Y es que la falta de candidato y su búsqueda “desesperada” obligará a unas negociaciones paralelas entre las distintas formaciones que podrían desembocar en una especie de subasta a ver quién da más hasta reunir los escaños suficientes.
Pero si esto es cierto también lo es que el hecho de que no exista un candidato “oficial” resta protagonismo a los líderes de los partidos, impidiendo a alguno de ellos dedicarse a su irrefrenable afición de “vetar” a algún adversario.
A esto es sin duda a lo que se refería recientemente el portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Juan Carlos Girauta, al señalar que «en estos momentos no hay un candidato institucional». Lo cual significa en su opinión que «no es tiempo de que ninguna persona se postule, sino de que se haga un esfuerzo de entendimiento».
Por otra parte, el hecho de que no se inicien las conversaciones hasta que las formaciones políticas no converjan en un candidato “investible”, descarta la posibilidad de poner en marcha una nueva investidura condenada al fracaso que podría generar una amarga sensación de frustración entre la ciudadanía.
Finalmente, si, como todo parece apuntar, Pedro Sánchez sigue en su empecinada estrategia de obstaculizar cualquier entendimiento con el PP, la culpa de que no haya un nuevo candidato a la investidura y de que vayamos a unas nuevas elecciones nunca será del Rey, sino de los representantes que hemos elegido, los cuales habrían dado muestras inequívocas de anteponer sus intereses personales y de partido a los intereses generales de España.
Otros temas José Manuel Otero Lastresel