Muchos de ustedes, estoy seguro que los de más edad sí, habrán visto la película “Esta tierra es mía” en la que hay una escena conmovedora para los que amamos la libertad y la democracia. Charles Laughton, en el papel de profesor de escuela, abre una libreta con las pastas de hule y va leyendo a los niños la Declaración de los Derechos del Hombre. Cuando va por el quinto vienen unos soldados nazis y lo detienen y su mujer, interpretada por Maureen O’Hara, lo reemplaza y continua a partir del sexto.
Me han enviado esta mañana esa escena por una red social y cuando escuché el primer derecho del hombre no pude menos que recordar a Donald Trump. El artículo 1 de la Declaración de los Derechos y Deberes del Hombre y del Ciudadano dice que “Los hombres nacen y permanecen libres y con los mismos derechos”.
Este maravilloso principio que declaró la Revolución Francesa ha sido brutalmente ignorado por el presidente de los EEUU, el cual, según el diario “The Washington Post”, habría declarado que no quería dar visados a inmigrantes de “países que son agujeros de mierda”, refiriéndose a El Salvador, Haití y varios países africanos.
No soy quien para opinar sobre la política de otro país y mucho menos aun sobre un tema de tantas aristas como es el de la inmigración. Pero cualquiera que sea la postura que se adopte personalmente sobre este tema lo que no puede hacerse en ningún caso es insultar tan gravemente al conjunto de los ciudadanos de un país.
A poco tiempo que dedique uno a reflexionar sobre nuestra venida a este mundo, caeré en la cuenta de que venimos a él sin que puedan preguntarnos si nos parece bien o no; de que somos física e intelectualmente de un modo en el que tampoco podemos intervenir lo más mínimo; y de que somos paridos en un lugar del planeta Tierra que tampoco podemos elegir.
Pero dicho todo eso, no hace falta subrayar que somos seres que tienen alma, que piensan y sienten, y que por el solo hecho de ser personas poseen una dignidad que debe ser respetada por todos los demás congéneres. Y eso debe llevar a la conclusión de que habrá países más o menos pobres, con mayores o menores recursos, que podrán en función de lo que antecede ser denominados despectivamente “agujeros”. Pero nunca, repito, nunca, se podrá calificar como “mierda” a un conjunto de seres humanos libres y con los mismos derechos que los norteamericanos y los demás seres humanos.
Otros temas José Manuel Otero Lastresel