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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La piratería de las creaciones culturales

José Manuel Otero Lastresel

El Informe anual recientemente publicado por el “Observatorio de Piratería y Hábitos de consumo de contenidos digitales”, referido al año 2013, sostiene que el 84% de tales contenidos que se adquirieron en España fueron fruto de actos de piratería.

Por su parte, la “Asociación de Internautas” afirma que “es imposible que esos datos sean ciertos”, y los califica como “una mezcla del cuento de Antoñita la Fantástica y el cuento de la Lechera”. Y Víctor Domingo presidente de la citada Asociación cree que lo que se pretende por el Observatorio con la publicación de los mencionados datos es “recriminar al usuario”.

Finalmente, el Ministerio de Cultura, Educación y Deporte considera que no hay que otorgar demasiada fiabilidad a los datos procedentes del ámbito de los creadores porque son difíciles de obtener (las descargas son datos amparados por el derecho a la intimidad), tienen carácter “opinativo” y “vienen de parte interesada”.

Más allá de que sean ciertos o no estos porcentajes, lo que no se puede negar es que la piratería de contenidos culturales, un acto indiscutiblemente ilegal, es bastante frecuente, y que hay que hacer lo posible por eliminarla o, cuando menos, reducirla lo más posible. Cuestión nada fácil como ponen de relieve las siguientes reflexiones.

Como es sabido, las creaciones culturales (obras musicales, cinematográficas, libros, videojuegos, etc.) se componen de un doble elemento: la creación inmaterial en sí (el llamado “corpus mysticum”) y los soportes sensibles a través de los cuales podemos percibirlas (el “corpus mechanichum”). Precisamente por esto las creaciones culturales son susceptibles de ser reproducidas en múltiples ejemplares idénticos y, lo que tal vez es más importante, pueden ser “poseídas simultáneamente” por muchos sujetos a la vez. Rasgo este último que las hace fácilmente “pirateables”, es decir, puede haber numerosos actos de obtención simultanea de este tipo de obras por distintas personas lo que implica que tienen facilidad intrínseca para ser pirateadas.

En esto hay una diferencia esencial con los bienes materiales. Un reloj, por ejemplo, solo puede ser poseído por una persona, y por eso no puede ser objeto de varios robos simultáneos. Puede ser objeto de varios robos, pero de uno en uno, no varios a la vez, de tal suerte que en cada robo el reloj irá pasando sucesivamente de su poseedor al ladrón, pero no será posible, al contrario de lo que sucede con la piratería de las creaciones culturales, que haya varios acto de defraudación al mismo tiempo.

Por si no fuera suficiente esta facilidad intrínseca de las creaciones culturales para ser pirateadas, la aparición de las nuevas tecnologías ha hecho posible la que podríamos denominar “facilidad extrínseca” de este tipo de obras para ser objeto de actos de piratería. Es decir, hasta hace poco la tecnología no permitía la gran facilidad que hay actualmente para acceder a dichas obras y obtenerlas mediante descargas ilegales.

Pues bien, si estas obras son en sí mismas pirateables y la tecnología moderna las hace fácilmente descargables ¿qué se puede hacer para evitar estas practicas que resultan tan nocivas para la denominada “industria cultural”?

Vaya por delante que no es admisible la disculpa que suelen alegar los defraudadores de que estamos ante obras caras. Hay muchas otros bienes materiales de alto precio que no por eso son objeto de apropiaciones ilícitas, razón por la cual pienso que hay que impulsar las medidas represivas eficaces.

Ahora bien, pienso que uno de los problemas fundamentales de que exista tanta piratería es que nuestra sociedad no ha completado el transitado desde la sociedad “preindustrial” de los bienes materiales a la sociedad tecnológica de las creaciones intelectuales. Con esto quiero decir que todavía le damos más relevancia social –porque son siglos de educación en la ilicitud de esta conducta y sus consecuencias punitivas- al robo de un bien material que a la defraudación de las creaciones culturales.

Por eso, no es de extrañar que cuando en el reseñado estudio del Observatorio se habla de los motivos que llevan a los internautas a piratear son muchos los que responden que, además de porque es fácil (69%), lo hacen porque todo el mundo hace lo mismo (un 27%), porque no hay consecuencias legales (23%), y porque no se perjudica a ninguna industria (17%).

Y finalizo con una anécdota personal que ilustra cuanto digo. En el transcurso de un seminario sobre piratería y defraudación de propiedad industrial en Centroamérica mantuve una conversación con un juez costarricense que justificaba a los top-manta porque los CDs eran muy caros. Y yo le pregunté que le parecería que un creador intelectual fuese con un capitoné a llevarse todos los muebles de su casa. Me respondió que muy mal porque los muebles era suyos, a lo que le respondí que lo mismo le sucedería a los autores, intérpretes y productores de los CDs, cuyas copias falsificadas adquiría en los top-manta.

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