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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La búsqueda de los restos óseos de Cervantes

José Manuel Otero Lastresel

En el ABC de ayer, concretamente en la página 105 de la Edición de Madrid, se publica que se ha reanudado, en la iglesia de las Trinitarias de Alcalá de Henares, la búsqueda de los restos óseos de Miguel de Cervantes. Estoy ansioso por leer que, por fin, se han encontrado y que se han sido nuevamente enterrados con los honores que se merece.

En mi humilde opinión, pocas personas hay más dignas de descansar eternamente en un lugar de posible culto humano que el español más universal de cuantos han existido hasta ahora. Algunos datos de su biografía y, sobre todo, el hecho de ser autor de la magistral y sin par novela “El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha” justifican que se le dé nueva sepultura con las honras que le corresponden. Sería deseable además que el hallazgo y el nuevo enterramiento pudieran tener lugar en el presente año 2015, en el que se cumple el cuarto centenario de la publicación de la Segunda Parte de su novela.

De su biografía me gustaría destacar tres circunstancias. La primera, y simplemente por mi condición de gallego, que, come relata el cautivo en el Capítulo XXXIX de la Primera Parte, su “linaje tuvo principio en las montañas de León”. Lugar que se ha relacionado con los Ancares lucenses (la actual división provincial data de 1833) en los que curiosamente existen dos pueblos, uno denominado Cervantes y  otro Saavedra.

La segunda, que como ha señalado su biógrafo Martín Riquer, Don Miguel de Cervantes fue “un hombre de acción, emprendedor y atrevido, que cuatro veces intentó fugarse (en cinco años de cautiverio) arriesgadamente y que –y esto me parece que lo enaltece- para evitar más daños a sus compañeros de cautiverio, se hizo responsable ante sus enemigos y prefirió la tortura a la delación”.

La tercera es que si Don Miguel nació en 1547 y publicó la primera parte de su obra en 1605 y la segunda en 1615, hubo de escribirla y finalizarla cuando pasaba bien de la cincuentena y se acercaba a los setenta años. Se trata, por tanto, como se refleja en la propia novela, de una obra de madurez en la que se compendia un verdadero tratado de experiencia vital.

De su obra, se ha dicho todo y nada se puede añadir, salvo reseñar que la genial novela ha tenido tal trascendencia en el modo de comportarse los seres humanos, que ha originado palabras que se han incorporado al Diccionario de la Lengua Española de la RAE, como, por ejemplo, “quijote” (hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo), “quijotería” (modo de proceder de un quijote) y “quijotesco” (que obra con quijotería).

No niego que haya otros mucho españoles que se merecen nuestras máximas alabanzas, pero no me negarán que Don Miguel de Cervantes fue indiscutiblemente uno de ellos. Por eso, desde la insignificante atalaya que es mi blog, animo a los investigadores que están buscando sus restos cadavéricos para que no cesen en su difícil empeño y nos den pronto la noticia de su feliz hallazgo.

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