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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

Independentismo, ganarse la vida a lomos de una gran mentira

José Manuel Otero Lastresel

En el Viejo Testamento, hay dos pasajes de los que voy a servirme para exponer la tesis de que el independentismo es un recurso por parte de sus líderes a juicios de creencia, que no de razón o de experiencia, para procurarse el sustento de cada día. O dicho en lenguaje llano y claro, para vivir a costa de contarle cuentos a sujetos que tienen una gran necesidad de creer.

El primer pasaje figura en el Génesis 3:19 en el que se narra que, tras la desobediencia de Adán y Eva, Yahved sentenció: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado”. El otro pasaje figura en el Éxodo 16 y es el que se refiere al maná. En el citado libro se narra que Yahved le dijo a Moisés: “Mira, haré llover alimento del cielo para ustedes. Cada día la gente podrá salir a recoger todo el alimento necesario para ese día.” Más adelante se cuenta que “los israelitas llamaron maná al alimento. Era blanco como la semilla de cilantro, y tenía un gusto parecido a obleas con miel”.

En estos dos fragmentos de la Biblia se alude a dos maneras de procurarse el sustento: mediante el trabajo, que es lo habitual, y esperar a que caiga del cielo, algo que suele ser excepcional, pero que hay algunos que son expertos en vivir de otros. De estos dos modos de ganarse la vida, me interesa ahora el segundo porque, después de oír los mítines que soltaron ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo algunos de los independentistas catalanes acusados del golpe de Estado constitucional, me ha invadido la sensación de que viven a lomos de una gran mentira con el fin de conseguir el medio que les sirve de sustento. Dicho de otro modo, sus afirmaciones sobre el derecho de Cataluña a independizarse de España y a constituirse como una república independiente son el maná que recogen cada día tras excitar las creencias de los ciudadanos.

Y es que, por mucho que me esfuerce no descubro dónde está escrito que Cataluña es diferente al resto de España, mereciendo, por ello, un trato político y económico desigual y privilegiado. Voy a moverme exclusivamente en el plano racional, no en el de los sentimientos y emociones, porque lo que sienta cada uno es irrelevante si no sirve para persuadir a los demás.

El primer obstáculo que surge es determinar quién es el sujeto de esa supuesta diferencia: Cataluña como entidad política, su territorio, o el conjunto de habitantes que viven allí. Y es que si lo determinante son las personas más que el lugar en que viven, ¿qué sujetos son los portadores de esa supuesta diferencia merecedora del trato privilegiado? ¿Todos los que están censados allí actualmente, incluidos los que proceden de otras regiones? ¿O solo los de rancia estirpe catalana? Si son estos últimos, ¿hasta cuántas generaciones hay que remontarse? ¿Y qué sucede si alguno de ellos se traslada a vivir fuera de Cataluña? ¿Se lleva a cuestas el trato privilegiado a su nuevo lugar de residencia? Por último, ¿cuál es la razón para excluir a los que habitan hoy allí y no descienden de ellos? Demasiadas preguntas y difícil de justificar la respuesta que se elija.

Y si se opta por la salida más fácil, a saber: Cataluña son todos los que viven actualmente en esta parte de España, ¿qué razón justifica que deba recibir un trato privilegiado alguien que se haya trasladado a vivir allí, y que se le niegue, en cambio, a los que no se hayan movido de su pueblo? ¿Es que el solo hecho de ir a vivir a Cataluña es argumento suficiente para ser considerado portador de ese hecho diferencial generador del merecimiento al trato privilegiado?

Es posible que se diga que el merecimiento viene desde antiguo. Pero por mucho que busco en la historia de España no encuentro un acontecimiento protagonizado en exclusiva por los catalanes como pueblo que haya hecho merecedores a sus descendientes de recibir un trato privilegiado frente al resto de los españoles.

Antonio Machado, el genial pensador, cuya figura es patrimonio de todos, pone en boca de Juan de Mairena que hay tres clases de juicios, mediante los cuales el hombre expresa su incurable aspiración a la objetividad: el juicio de “creencia” (Dios es justo), el juicio de experiencia (el hombre es mortal) y el juicio de razón (dos y dos son cuatro). Pues bien, los independentistas han tenido la habilidad de montar una gran mentira sobre juicios de creencia (Cataluña es una nación que debe independizarse de España) para cabalgar sobre la misma y obtener de tal engaño el maná de cada día con el que asegurarse el sustento sin tener que sudar para obtenerlo.

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