Como algunos de ustedes sabrán, Pedro Sánchez, el Secretario General del PSOE, ha viajado a Lisboa para entrevistarse con el primer ministro de Portugal, el socialista Antonio Costa, con el fin de interesarse sobre el pacto que le permitió formar gobierno apoyado por las fueras de izquierdas a pesar de no haber sido su partido el más votado. Y, al igual que en otras ocasiones semejantes, al finalizar el encuentro tuvo una comparecencia con los medios de comunicación, de la que se da cuenta, entre otros, en el teletexto de RTVE.
Pues bien, tal vez porque perdió de vista que sus declaraciones iban a publicarse también en España, Pedro Sánchez estuvo muy impreciso, pero sobre todo no tuvo recato alguno en contar mentiras.
En efecto, en el teletexto de RTVE se reproducen las tres siguientes afirmaciones. La primera es que, si fracasara Rajoy en su intento de formar gobierno, él trabajaría con las fuerzas progresistas para “unir” todo aquello que fracturó durante los últimos cuatro años la derecha. Esto, mientras no se precise y se acredite con datos contrastados, es un brindis al sol, una frase hueca, que no puede someterse a un juicio de veracidad.
La segunda afirmación fue “lo que menos me importa es mi futuro. No tengo ninguna preocupación por mi futuro”. Esta aseveración es claramente una mentira. La idea generalizada, incluso entre los de su propio partido, es que su postura de negarse rotundamente a permitir el gobierno del PP responde a que con ello acabaría su incipiente carrera política. Pero no por ninguna razón personal o política de interés general, sino sencillamente porque es el candidato del PSOE a Presidente del Gobierno que peores resultados ha obtenido desde el comienzo de la actual democracia. Y claro su partido pretende lógicamente cambiar el cabeza de cartel.
La última declaración es “lo que quiero es que España tenga un gobierno”. Esta idea es una mentira por omisión o, si se quiere, una media verdad. Porque Pedro Sánchez no quiere que España tenga un gobierno. Si fuera eso lo que de verdad pretende, sería del todo factible y en tiempo muy próximo con tal de que el PSOE se abstuviera en la segunda votación de la investidura de Mariano Rajoy. La parte que falta a esta última afirmación de Pedro Sánchez es “y que el presidente sea yo”. Al callarse esta parte, la aseveración es engañosa por omisión.
A la vista de las declaraciones del insulso y ambicioso Pedro Sánchez solo me resta decir que si Pedro Sánchez fuera Pinocho hoy le habría crecido sensiblemente la nariz.
Otros temas José Manuel Otero Lastresel