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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

¿Hay una violencia moral intimidatoria para uniformar nuestro pensamiento?

José Manuel Otero Lastresel

A media mañana de hoy asistí a la presentación de la novela ganadora del Premio Azorín 2014 de la que es autor Ramón Pernas, titulada “Hotel Paradiso”. En ese acto, uno de los presentadores, Ramón Arangüena, al comentar la novela indicó la incidencia que tenía en la trama el mundo del circo, y le preguntó al autor sobre el futuro de este espectáculo en el que había animales enjaulados y suficientemente domesticados como para actuar “a  restallido de látigo” en cada función. Ramón, sin querer pronunciarse definitivamente sobre el fondo de la cuestión, afirmó que tales animales eran “trabajadores”, lo mismo que los payasos y los trapecistas.

Viene esto a cuento porque, desde hace algunos años, advierto  una especie de sutil violencia moral intimidatoria para que nos alineemos con el pensamiento mediáticamente difundido como correcto. Aunque es menos fácil de lo que parece, trataré de perfilar con la mayor nitidez posible lo que me preocupa.

En todo acto de “comunicación” a terceros de un pensamiento, idea u opinión propios, hay previamente una fase interna de elaboración en la que influye el intelecto del sujeto pesante y, en mayor o menor medida, la aportación “ajena” consistente en las valoraciones que bullen mediáticamente y que se conocen como “lo que piensa la gente”. A este rasgo de la ajenidad del pensamiento ya se refirió  Ortega y Gasset en 1933, cuando escribió en la lección “Cambio y crisis”, que forma parte de su obra “En torno a Galileo”: “Y al vivir yo de lo que se dice y llenar con ello mi vida he sustituido el yo mismo que soy en mi soledad por el yo-gente”. Hoy seguimos formando nuestro propio pensamiento rellenándolo del “yo-social”, que más que ser un yo-gente, como decía Ortega, es actualmente un “yo-medios”. Pero para completar lo que intento decir he de precisar que cuanto mejor formado está el sujeto en cuestión en menor medida se ve influenciado por esas “adherencias” del yo-medios.

Pues bien, y por aquí vuelvo la principio de mi reflexión, lo que quiero hacer notar es que estamos dando nuevos pasos en ese camino imparable hacia la decepcionante “uniformización” del ser pensante. Y así cuando alguien tiene la personalidad de exponer un pensamiento que no es “mediáticamente” correcto sufre un aluvión de descalificaciones y de críticas, hechas siempre desde esa perspectiva de lo “que se dice”, de lo que piensa el “yo gente” en los medios de comunicación y en las redes sociales.

Es esta especie de “invasión” que vienen sufriendo los intelectos de los sujetos con pensamiento heterodoxo la que lleva a preguntarme si no existe ya una especie de violencia intimidatoria por parte de ese “pensamiento mediáticamente correcto” generalizado que está empezando a afectar a la propia dignidad de la persona y al libre desarrollo de su personalidad.

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