Nuestro diccionario de la RAE atribuye a la expresión “chisme de vecindad” el significado de noticia o comentario que versa sobre algo de poca importancia. Pues bien, basta una rápida mirada sobre nuestra realidad política actual para advertir de inmediato hasta qué punto se ha empobrecido, toda vez que la mayoría de las noticias y comentarios que generan algunos de nuestros políticos no superan el nivel de chismes de vecindad.
Como chismes de esta categoría hay que considerar, en efecto, la retahíla de noticias que han originado los líderes independentistas desde las pasadas elecciones autonómicas del 21 de diciembre de 2017 hasta hoy. No es dudoso que lo que de verdad tiene importancia para Cataluña es la gestión de los intereses ordinarios de los ciudadanos y, sin embargo, estamos asistiendo a una serie televisada de ficción, que podría titularse “sin independentistas no hay paraíso”, que va incorporando nuevos personajes, a cada cual peor, y que ahora tiene como protagonista principal a Quim Torra un político tardo y torpe al que se le ven los hilos que lo manejan.
Otro tanto cabría decir de los recientes episodios de los currículums de algunos de nuestros políticos, de los que no interesaba tanto el acierto o desacierto en su gestión, sino si habían cometido “errores” de memoria al incluir (nunca al omitir por olvido) méritos que no poseían. La astracanada llegó hasta el esperpento de tener que dedicarse no pocos de ellos a “borrar” los datos falsos incluidos por equivocación en sus hojas de vida.
Y ahora estamos con lo de las lujosas mansiones adquiridas por la pareja que más sapos y culebras había lanzado por su boquita contra los “ricos” de la casta: Pablo Iglesias e Irene Montero. Visto lo que acaban de hacer, sus pasadas diatribas contra la casta solo parecían deberse a que los pudientes de la clase media, como ellos, se les habían anticipado en la idea de tratar de hacerse con la mejor vivienda posible.
¡Hay cuán escasos de valores andan algunos de nuestros políticos! A la escasa preparación de alguno, parece añadirse ahora que carecen de coherencia: no pocos son incapaces de poner de acuerdo sus pensamientos, sus palabras, y sus hechos. Los pensamientos los elaboran con dificultad, las palabras rezuman odio y rencor cuando van referidas a enemigos, que no adversarios, políticos, y los hechos, ¡ay los hechos!, en cuanto han tenido la posibilidad de alcanzar lo que tanto criticaban en otros les ha faltado tiempo no solo para adquirirlo, sino también para utilizar todas sus influencias con el fin de obtener unas condiciones hipotecarias muy por debajo de las de mercado.
Y ahora, como si recordaran viejos tiempos, están pidiendo la absolución a sus bases por su pecado de confort.
Otros temas José Manuel Otero Lastresel