ABC
Suscríbete
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizMi ABCABC
Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

En recuerdo de Manolo Delgado

José Manuel Otero Lastresel

Recuerdo haber leído hace bastantes años que Antonio Gala decía, más o menos, que la vida era un rumor de manos diciendo adiós. Y esto es tanto más cierto cuanto más años vamos cumpliendo. Los seres queridos van abandonando este mundo e ingresan en el de nuestras remembranzas: en la vida real les damos un adiós y en el inmenso mundo de nuestros recuerdos los recibimos con un ¡hola! Una salutación cariñosa para quien a partir de ese momento formará parte de nuestra memoria.

Hoy, desde aquí, porque no pude hacerlo de otra manera, le digo a mi amigo Manolo Delgado un triste y sentido adiós y, simultáneamente, un ¡hola! con el afecto de siempre.

De Manolo Delgado se pueden decir muchas cosas y, en mi caso, todas buenas. No quiero hacer un panegírico de sus numerosas cualidades. Los que lo conocieron podrán dar fe de ello. Yo me voy a limitar a destacar una que sobresalía entre todas ellas, su “don de gentes”.

Escribió Gracián en el Arte de la Prudencia que “conseguir la admiración general es mucho, pero es más ganar el afecto. Algo tiene de buena estrella, y más de diligencia”. Y añade: “no basta tener excelentes cualidades, aunque se precisan, pues es fácil obtener el afecto con buena reputación”. Y concluye: “para la benevolencia se necesita la beneficencia: hacer el bien con las dos manos, tener buenas palabras y mejores obras, amar para ser amado”.

Es obvio que cuando Gracián escribió en 1647 estas palabras no podía estar pensando en Manolo Delgado, pero créanme si les digo que se ajustan tanto a lo que ha llegado a ser Manolo que Gracián, de haberlo conocido, no habría tenido reparo alguno en reconocerle la cualidad del “don de gentes”.

Nos conocimos hace muchos años, poco después de haber llegado yo a Madrid en 1986 y gracias a nuestro común amigo el Profesor Bernardo Cremades. Desde entonces mantuvimos una estrecha relación de amistad que nos llevaba a almorzar juntos con relativa frecuencia.  A partir de ahora ya no podré volver a disfrutar de la admiración que me producía que alguien pudiese ser  a la vez, farmacéutico y abogado, y ya no podrás llevar a cabo la idea que me comentaste en nuestra última comida de que querías comprar una farmacia. Te nos has ido Manolo, y nos han robado tu futuro, pero como buen amigo que fuiste seguirás viviendo en mi recuerdo.

Otros temas José Manuel Otero Lastresel

Post más recientes