Si nos pidieran que pusiéramos ejemplos de bienes muy valiosos, muy pocos, por no decir que casi ninguno, mencionaríamos el voto inherente a cada escaño parlamentario. Y, sin embargo, hoy tiene un valor excepcional si nos fijamos en lo que se puede obtener negociando con él, es decir, recibir algo a cambio de cederlo ocasionalmente.
Así por ejemplo, los votos de los independentistas catalanes a favor de los Presupuestos Generales del Estado les van a permitir obtener, que se sepa, las siguientes contrapartidas. En primer lugar, que el Gobierno de España tramite un indulto para los líderes que están en prisión por sedición. Es decir, que el Gobierno de España, cuyos miembros juraron o prometieron cumplir y hacer cumplir la Constitución, contra la que se alzaron los independentistas con el fin de romper la unidad indisoluble de esa Nación, es el que cambia la petición de gracia para los sediciosos por el puñado de votos a favor de los Presupuestos Generales del Estado. Pero no solo reciben esa contraprestación, por si el indulto fracasara también han obtenido el compromiso del Gobierno de modificar el Código Penal para cambiar el delito de sedición, exigiendo el empleo de armas, y lograr que por los efectos retroactivos de las normas penales más favorables se les borre la responsabilidad penal. Y, por si lo anterior no fuera poco, acuerdan con los independentistas, a los que no les debería importar nada de los que suceda en otros entes territoriales, obligar a la Comunidad de Madrid a subir los impuestos autonómicos.
Si miramos hacia EH Bildu sus votos tienen también un gran valor, ya que están consiguiendo el acercamiento de los presos etarras, como han reconocido los propios filo etarras. Y por los votos del PNV, además de las habituales contrapartidas económicas, el Gobierno cedió el Cuartel de Loyola en San Sebastián.
La consecuencia de lo que antecede es que el voto del escaño se ha convertido en una mercancía y, como suele suceder con el dinero, ya no tiene ideología. El que lo necesita, en este caso el Gobierno, lo cambia por lo que sea y el que lo cede recibe lo que precisa en ese momento. En el artículo 1.1 de la Constitución se establece que España propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Vistas las cosas a día de hoy parece que otro valor superior de nuestro Estado de Derecho es el mercadeo de votos de los escaños, no según las ideologías que conforman el pluralismo político, sino como cualquier otro bien según las leyes del mercado.
Política José Manuel Otero Lastresel