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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

El caso de Grecia: ¿en manos del deudor?

José Manuel Otero Lastresel

Es muy probable que todos ustedes estén aburridos del caso de Grecia. Yo, en cierto modo, también. Pero lo que está sucediendo es lo suficientemente grave como para hacer algún comentario, pero más desde una perspectiva económica que política.

Los hechos que no pueden discutirse son que Grecia debe unos trescientos cuarenta mil millones de euros; que si los debe es porque ha habido alguien que se los prestó; que el dinero prestado no lo fue todo de una vez en un préstamo único, sino en varios sucesivos; que Grecia no quiere adoptar las medidas que desean imponerle los acreedores para devolver lo que debe; y que en una actuación política –que no parece improvisada- el gobierno griego recién elegido ha sometido a referéndum si el pueblo aceptaba o no las duras condiciones que desean imponer los acreedores.

Lo primero que sorprende es que un país con una economía tan poco estructurada como Grecia –le faltan instrumentos de control de la Economía básicos- logre que le presten casi trescientos cincuenta mil millones de euros. Por eso, no es exagerado afirmar que los analistas de los acreedores no han estado muy finos a la hora de concederles los préstamos. Si hablamos de préstamo y no de donación, lo diligente por parte del acreedor es que compruebe la solvencia del deudor. Y solo cuando el acreedor tiene seguridad de que el deudor cuenta con garantías suficientes es cuando debe entregarle el capital solicitado. Pues bien, el hecho de que Grecia deba tanto dinero y que tenga dificultades para devolverlo denota una falta de diligencia de los acreedores-prestamistas. Lo cual es todavía menos disculpable si se piensa en que Grecia no ha dejado de recibir durante muchos años dinero a préstamo.

Es verdad que Grecia falsificó sus cuentas con ayuda de una gran consultora internacional para entrar en el euro. Pero desde que se supo este hecho lo racional habría sido que los acreedores hubieran extremado sus controles. Pero el punto al que se ha llegado con esa cantidad exorbitante de deuda demuestra una indisculpable falta de diligencia por parte de los acreedores en la concesión de crédito.

La situación ahora es que Grecia y se gastó lo que le prestaron y que tiene sus armas para hacer sufrir a los acreedores: si debiera poco –como suele decirse en la jerga bancaria- el problema era de Grecia, pero como debe mucho el problema, el de cobrar se entiende, es de los acreedores. Por eso, no será extraño que consiga una nueva quita o remisión de una parte de la deuda: le van a perdonar una nueva cantidad de la cifra debida. Lo cual, además de discriminatorio con los países cumplidores, supone un fracaso de los acreedores que no soportará el deudor (el pueblo griego) sino el conjunto de los ciudadanos de los países que ayudaron a Grecia.

En cuanto al respaldo que ha recibido el Gobierno griego de su pueblo vía referéndum para negociar unas nuevas condiciones, lo extraño habría resultado que el Gobierno griego se negase a cumplir y que el pueblo le ordenase lo contrario. Pero o los demás países de la UE marcan límites férreos al gobierno griego para que devuelva lo que debe o estará haciendo una clara invitación a los demás países en dificultades para que se tomen “a la griega” la obligación de devolver los créditos. Y eso será, como es fácil de adivinar, la crónica anunciada de la disolución de la actual Unión Europea.

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