Maira Álvarez el 29 ene, 2017 La tradición americana de las comidas inaugurales viene de lejos: fue en 1897 cuando el Comité de Arreglos del Senado organizó un almuerzo para el presidente McKinley y otros invitados en el Capitolio de los Estados Unidos. A medida que avanzaba el siglo XX, los almuerzos ofrecidos en la Casa Blanca se fueron haciendo cada vez más sofisticados. En 1945, el presidente Roosevelt invitó a más de dos mil invitados. Desde 1953, el almuerzo inaugural se convirtió en una actividad presidencial oficial para la Comisión Conjunta del Congreso de Ceremonias. El JCCIC comenzó la tradición actual de celebrar un almuerzo para el Presidente, el Vicepresidente, sus cónyuges, los líderes del senado, los miembros del JCCIC y otros invitados. Ese año, el presidente Dwight D. Eisenhower, su mujer y cincuenta invitados más cenaron con pollo, jamón y patatas. Fuente: wtop.com Cada presidente ha aportado su toque personal en el menú de la comida y es que la comida servida en el almuerzo inaugural es a menudo un reflejo de los intereses o raíces del nuevo presidente o vicepresidente. El JCCIC se encarga también de gestionar los discursos, las presentaciones, los regalos y los brindis al nuevo gobierno. En su primer mandato, Barack Obama quiso rendir un homenaje a Lincoln, puesto que era el bicentenario del nacimiento del que fue decimosexto presidente en los Estados Unidos. Todos los comensales disfrutaron de faisán asado y pechuga de pato con chutney de cereza. En el segundo mandato de Obama en el cargo, el presidente sirvió un menú de langosta con sopa de almejas de Nueva Inglaterra, bisonte asado con torta de rábano y patata roja y un pastel de manzana Hudson Valley. El menú incorporó viandas de tres regiones del país y permitió a los comensales degustar el tema de la comida “Fe en el futuro de América“. Enero 2013. Detalle mesa del almuerzo por el segundo mandato de Obama Si algo se puede destacar del reciente menú ofrecido por Donald Trump es lo económico que resultó ser la bebida, ya que el multimillonario presidente quiso que todos sus invitados brindasen con un espumoso Korbel californiano, bebida que se puede encontrar en cualquier supermercado por trece dólares. Mesa presidencial de Donald Trump. Enero, 2017 En cualquier caso, la comida de Donald Trump fue mucho más tranquila que el almuerzo que ofreció Andrew Jackson en 1829. En aquella época no hacía falta invitación para entrar en la Casa Blanca, así que se estima que fueron veinte mil personas las que rodearon el edificio presidencial para celebrar el triunfo de su nuevo presidente. El personal de cocina ofreció a los visitantes (algunos encaramados en muebles para poder ver a Jackson) barriles de ponche de naranja, una bebida muy popular en el 1800 y la fiesta fue un desastre donde volaron cubos y vasos. El presidente Jackson acabó saliendo por una puerta trasera de la Casa Blanca y comiendo su cena inaugural en una pensión. Fuente: Biblioteca del Congreso Tampoco fue mucho mejor la comida de Ulysses S. Grant en 1869. El presidente quiso empezar su mandato con el baile inaugural, y cuando dos horas después el personal de servicio anunció que si iba a servir un buffet, la gente acabó corriendo por la comida, empujándose y peleando como salvajes. Desde aquellas primeras celebraciones, muchas cosas han cambiado (por ejemplo la seguridad). Otra anécdota no muy positiva fue la protagonizada por Franklin D. Roosevelt. Durante su cuarto almuerzo inaugural, el presidente pidió a su cocinera de referencia, Henrietta Nesbitt, que sirviese pollo pero ésta se negó. La dueña de la cocina argumentó que era imposible mantener un pollo caliente para 1800 personas, así que el menú del presidente fue ensalada de pollo fría y tarta sin glasear. Las críticas fueron demoledoras. Invitación a la Casa Blanca para el Buffet Inaugural. Marzo, 1933 El presidente que menos trabajo dio al Comité fue Jimmy Carter en 1977. El nuevo llegado al gobierno decidió recorrer toda la ruta del desfile y omitir la comida; tan solo sirvió un aperitivo donde se comieron cacahuetes y pretzels (pequeñas galletitas saladas). Desde luego, no todos los presidentes son tan modestos. James Buchann, en 1857 gastó 3.000 dólares en vino, 75 jamones y más de mil kilos de ostras, unas cifras astronómicas para la época. Toda la información de los presidentes, curiosidades y hasta la receta del pastel de langosta que se sirvió en la inauguración del mandato de George W. Bush en 2001 están disponibles en la web de la Biblioteca del Congreso. Hasta el 4 de febrero, esta web exhibirá una exposición especial, “Los Tesoros Presidenciales de Inauguración”. Se la recomiendo vivamente. Fuente: Biblioteca del Congreso Seguir en redes: Facebook: https://www.facebook.com/protoetiqueta/?fref=ts Twitter: https://twitter.com/MairaSolo Ceremonial Tags almuerzobebidabrindiscasa BlancacomidaComisión Conjunta del Congreso de CeremoniasDonald TrumpEEUUEisenhowerLincolnluncheonMcKinleymenúObamaRooseveltUSA Comentarios Maira Álvarez el 29 ene, 2017