El Festival de Cine de Cannes pretende ser un referente de lujo, moda y glamour, pero todos los años sucede algo que hace que se desvele lo que en realidad es: una muestra de cine con un tufillo algo rancio y machista.
Este festival ya fue criticado el año pasado por la falta de mujeres en su cartel, así que este año, primera vez en sus treinta años de historia, ha sido ingaugurado con la cinta “Con la cabeza en alto” de la directora francesa Emmanuelle Bercot.
Intentan frenar así los comentarios sobre la igualdad de genero en la industria del cine y se descubre la polémica de los zapatos de tacón.
Esta entrada no es de moda, de estilo ni de reivindicaciones sociales, sino de etiqueta, y también de buenas formas y educación, ya que parece ser que se han roto todas.
Imagino que ya conocéis que el periódico Screen International publicó que varias mujeres de mediana edad fueron vetadas al estreno de la película del domingo Carol por usar zapatos planos. Algunas de ellas adujeron que tenían problemas físicos, a lo que, siempre según la fuente del Screen fueron “invitadas a volver a su casa e instadas a comprar zapatos de tacón si querían volver”.
Obviamente el director del festival Thierry Fremaux ha escrito vía twitter que esos rumores son infundados, aunque la propia organización sí que reconoce que es obligatorio el uso de tacones altos.
La invitación que reciben los invitados para asistir a estas películas reza “esmoquin para ellos, vestido de noche para ellas”. En ningún momento se precisa qué tipo de calzado hay que usar.
Es cierto que unos buenos tacones realzan cualquier conjunto femenino, pero también es verdad que hay mujeres que no los usan, ya sea por falta de costumbre, por problemas de espalda o porque en el mercado existen zapatos planos preciosos. El glamour no está reñido con los zapatos planos.
Este dress code tan estricto da lugar a situaciones absurdas, es decir, con bailarinas no pasas, pero con cuñas de esparto sí. O con modelos tan estrambóticos como los que estamos viendo.
La etiqueta también marca que los periodistas y fotógrafos deben asistir vestidos de negro absoluto. Me parece correcto. Lo que ya no es tanto es que esta semana se expulsase a una periodista por llevar zapatos marrones. (Va a trabajar, no a lucirse ¿dónde comienza el exceso?)
Asif Kapadia, el director del documental sobre Amy Winehouse tuiteó que a su mujer también le pretendieron negar la entrada a su estreno porque no llevaba tacones pero que “finalmente” la dejaron pasar. Y ahí a donde quiero llegar: no existe la etiqueta en Cannes, sino la importancia de quién eres.
Como no me gusta hablar sin documentarme, he estado estudiando los modelos con los que han asistido las verdaderas estrellas de Cannes, y como vais a ver, varias han acudido con sandalias o zapato plano. Todas las fotos son de esta edición, aunque la regla de los tacones nunca ha sido respetada. Uma Thurman combinó en el 2011 su Chanel con unas sencillas sandalias de tiras y obviamente nadie la “invitó a irse”.
La modelo franco-argentina Inés de la Fressange es una “reincidente” de las sandalias, como os demuestro a continuación.
Independientemente de si le sienta bien o no su Stella McCartney, a ver quién se iba a atrever a negar la entrada a una actriz consagrada como es Isabella Rossellini.
Una de las actrices francesas más aclamadas y queridas por el público local es la veterana Annie Cordy. Con 86 años, ¿alguien podía exigirle tacones?
La top model francesa Aymeline Valade (quien debería ser más respetuosa – si hubiese querido- con la etiqueta de un acto que se celebra en su país) se presentó con este modelo digno del mejor mercadillo de barrio.
Termino esta entrada con otra modelo, la espectacular Natasha Poly, vestida con un Atelier Versace. Es cierto, llevaba tacones… pero ¿vosotros creéis que seguía la etiqueta?
La etiqueta, como os decía, es un arte flexible: se mezcla muchas veces con el saber estar y porqué no, con las circunstancias personales de cada uno.
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