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Cómo hablar realmente mal

Cómo hablar realmente mal
Rafael Cerro Merinero el

Hablar muy mal no resulta tan sencillo como parece porque muchas estructuras correctas son las más lógicas y a menudo vienen a las mientes sin buscarlas. Esforcémonos, pues. La mejor manera de articular un discurso perfectamente sandio es ser alambicado, encadenarse a la moda y no leer ni bajo tortura. Lázaro Carreter dejó dicho sobre lo primero que no habla bien el que domina el lenguaje de la clase culta, sino el que es capaz de cambiar de registro nunca. Entenderse sólo con los instruidos es más sencillo y llegar a quienes no han podido estudiar resulta más meritorio y exige ser capaz de meterse en el pellejo de varios grupos de hablantes. En cuanto a la moda, una periodista me ha enviado esta semana una convocatoria sobre el “naming” de un producto. La nota de prensa estaba en español, así que me he molestado en llamar para preguntarle a qué se refería. Ha quedado un poco corrida y ha dicho que a la nomenclatura del objeto. Este chancro de los anglicismos se ha convertido en una carrera por ver quién escupe primero el último grito terminado en ing. Algunos no entienden que ser esnob no es una cualidad hasta que el niño del cuento de Andersen les hace ver que no son emperadores exóticamente ataviados, sino gárrulos desnudos. Leer sólo amplía el vocabulario si se hace con un diccionario a mano. Si buscamos una palabra al día, una sola, al final del año dominaremos un vocabulario considerablemente superior. Leer best sellers no cultiva, porque esos libros no tienen duende ni más mérito que el comercial. Leer diarios deportivos, menos…a excepción de la literatura de algunos columnistas muy buenos. Independientemente de que a uno le guste o no el fútbol, su lenguaje es un bucle melancólico y su relato un caudal hiperbólico de hechos épicos que se repiten cíclicamente, sin variar en lo esencial. Cambian algunos nombres, pero la estructura de lo que se cuenta casi siempre es la misma. La prueba está en el famoso “partido del siglo”; hay tantos cada año que una chica de Twitter dice “Idos a tomar por fútbol” durante los encuentros. Con excepciones, el mensaje del balompié es “cuanto menos leo, más éxito social tengo; seguidme”.

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