El “vodevil” de la negociación de Pedro Sánchez para intentar recabar apoyos que le garanticen la investidura como presidente del Gobierno está cayendo ya en el ridículo y el esperpento.
No sé si los lectores me van a creer o van a pensar que he enloquecido, pero lo que le cuento es verdad. En el colmo de la tomadura de pelo a los ciudadanos, los líderes del PSOE y Podemos han llegado al extremo de pactar esta mañana un paseo por las inmediaciones del Congreso de los Diputados para simular un acercamiento en sus posiciones. Sí, como les estoy contando. El dirigente socialista ha esperado, rodeado de cámaras de televisión y de periodistas, a que Pablo Iglesias saliera por una puerta del Congreso y así ir andando por la Carrera de San Jerónimo. Una especie de teatrillo que realmente me parece una falta de respeto a algo tan importante como es la búqueda de un gobierno para España.
Yo creo que este país se merece algo más serio que una entrega en capítulos de algo que, en principio, parece imposible, si no fuera porque la realidad es que parece que todos los actores están interpretando un papel en que nada es lo que parece. Si Sánchez quiere pactar con Iglesias, tiene que renunciar a su acuerdo con Ciudadanos, lo demás son milongas. Y ese acuerdo con Podemos no va a ninguna parte, es imposible que sirva para algo, si Ciudadanos no se abstiene en la votación final. Por lo tanto, todo es mentira, a no ser que Albert Rivera también nos esté tomando el pelo y, a pesar de decir por activa y por pasiva que con Pablo Iglesias no va a ninguna parte, ahora decida abstenerse y permita el gobierno de la izquierda radical.
Un galimatías, o mejor dicho, una negociación estafa.
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