Escribo pocos minutos después de que España haya quedado eliminada del Mundial, aún con la herida abierta y con el corazón dolido. El triple (triplazo) con el que Teodosic ha dejado fuera a la Selección me ha dolido como si me hubieran dado una puñalada en el corazón. Después de la remontada del último cuarto, veía claro el triunfo. Creía… hasta que una canasta estratosférica del base serbio me ha bajado de golpe de la nube.
Nos ha ganado una selección que ha sido mejor en casi todos los aspectos. No hay que darle más vueltas. Vale que Teodosic ha «enchufado» un tiro que sólo entra una de diez veces, pero eso ha sido sólo la cúspide. Hemos tensado demasiado la cuerda durante todo el campeonato. Salvando los muebles y mirando al siguiente partido en busca de la chispa que prendiera la mecha para recuperar el juego del pasado. Algo que, finalmente, no ha ocurrido.
Y eso, que España ha jugado su mejor partido del torneo. Con Navarro en plan «killer», Garbajosa destrozando desde fuera y con un Rudy recuperado para la causa. Pero no es momento de análisis, hay demasiados sentimientos a flor de piel. Es tiempo de dar las gracias a un grupo al que ahora se va a criticar duramente desde algunos sectores. Nos han dado tantas alegrías en los últimos años, que ahora va a ser complicado volver a levantarse. Las lágrimas de Garbajosa sobre el parquet lo dicen todo. Pero no es un punto y final. Nada de eso. Es un punto y aparte. Un paréntesis hacia el Europeo de Lituania y los Juegos de Londres. Hay que levantarse.
Selección Española Emilio V. Escuderoel