No encuentro mejor manera de bajar la persiana por vacaciones que con esta derrota de España que sabe a victoria. Una medalla de oro blanco, la segunda para esta generación, cuyo mérito, quizá, tardará años en ser reconocido en su justa medida. Si en Pekín estuvimos cerca, la final olímpica de Londres ha demostrado que aquello no fue fruto de la casualidad. Que el talento de estos jugadores españoles es tan grande como el que reluce al otro lado del charco. Que con una pizca de fortuna ahora podríamos estar hablando de un título olímpico. Aún así, hay derrotas que duelen menos y esta es una de ellas.
Decíamos en la previa que había opciones. Que no era una quimera ganar a Estados Unidos. Apuntaba ciertos aspectos a tener en cuenta, pero creo que todos se fueron al garete en la primera jugada. Ese 3+1 de Navarro terminó por convencer a sus compañeros. El capitán tiró del equipo como no lo había hecho en todo el torneo. Navarro volvió a ser Navarro justo cuando más falta hacía. Cuando nadie le esperaba.
Él solo se bastó para mantener a España en el partido, mientras Kevin Durant hacía lo propio con Estados Unidos. Subyacía en el ambiente que el aguante sería pasajero. Que llegaría ese momento en el que España se desconectara y Estados Unidos diera el estirón definitivo. El momento de los alley opps y de las filigranas a las que se han acostumbrado los “USA boys” durante el torneo. Pero no hubo tiempo para tal. Apenas 37 segundos le quedaron a Krzyzewski para poner en pista a sus menos habituales. Síntoma de que no vio claro el triunfo hasta el suspiro final.
La victoria ante los mejores no hace más que engrandecer la derrota de España. Hoy duele, pero con el paso del tiempo, como ocurre con aquella plata de Los Ángeles, nos daremos cuenta de lo importante que fue. Que no ha sido una medalla de plata, sino que es de oro blanco. Yo vi jugar a Pau y a Navarro. Vi volar a Rudy a pase de Sergio Rodríguez. Vi luchar a Felipe con todos. Vi a Calderón haciendo magia con las manos, y a Llull e Ibaka derrochando pasión en la pista. Algún día se lo contaremos a nuestros nietos.
Otros temas Emilio V. Escuderoel