El alemán es la gran preocupación de los Heat en la Final de la NBA que comenzará esta noche (3.00 horas). Spoelstra maneja varias fórmulas para intentar frenarle, aunque sabe que si está inspirado es casi imposible.
Cuando uno atraviesa la puerta que da acceso al vestuario de los Heat se encuentra de repente atrapado por el pasado reciente de la franquicia. Arropado por cientos de fotografías que reflejan el éxito, uno podría pensar que el de Miami es uno de los equipos más laureados de la NBA, pero nada más lejos de la realidad. Sólo un título, el conseguido en 2006, adorna las vitrinas de los Heat, que han sabido «multiplicar» aquel anillo para vanagloria del personal.
La víctima en aquella final de 2006, fueron, precisamente, los Mavericks de Dirk Nowitzki. Sin un claro favorito, Dallas había logrado ponerse 2-0 en la serie y controlaba el tercer partido (13 arriba) cuando se produjo el cambio de corriente. Una espectacular remontada en los últimos minutos le dio el triunfo al equipo comandado por Shaquille O’Neal y Wade, que a partir de entonces no volvió a perder un encuentro en toda la serie.
Esa derrota aún escuece en el vestuario de los Mavericks. A pesar de que solo quedan dos jugadores de aquella final (Nowitzki y Jason Terry), todos los que han pasado por ese vestuario en los últimos años han sufrido ese síndrome. El síndrome de la final que se escapó. Un síndrome que parecía sepultar cualquier opción de volver a luchar por el anillo a pesar de las ingentes cantidades de dinero que Mark Cuban, propietario de los Mavs, se ha dejado en el último lustro.
Ahora, cuando menos lo esperaban, se han vuelto a encontrar frente al anillo. Rick Carlisle ha sabido engarzar un conjunto de jugadores jóvenes y veteranos para conseguir una mezcla apañada, cuya fuerza está en el conjunto. Entre ellos sobresale Nowitzki, que ha elevado en estos play offs su ya de por sí elevado rendimiento. En la serie ante los Thunder, el alemán ha promediado 32,2 puntos por partido (28,4 en la postemporada), siendo el jugador más acertado en los últimos minutos de los encuentros.
Más allá de intentar frenarle («lo primero que tenemos que tener claro que Dirk va a anotar puntos», ha reconocido Spoesltra), en Miami trabajan para limitar su acierto, superior al 63% en tiros de campo. En 2006, la defensa de Haslem consiguió dejarle en un 31% de acierto. Ese es el camino que Miami quiere seguir ahora.
Hay cuatro jugadores que podrían ser utilizados para frenar a Nowitzki. El que primero aparece en la lista es Chris Bosh, el cuatro titular de los Heat. Físicamente, es el jugador de los Heat que mejor podría frenar al alemán. Ya lo consiguió con relativo éxito en los encuentros de liga regular. Su velocidad para cortar el pick and roll es un aval.
Recién recuperado de una lesión, Udonis Haslem puede dar el relevo a Bosh en esa función defensiva. Como apuntábamos antes, en las finales de 2006 ya consiguió desquiciar a Dirk y los Heat podrían utilizar esa baza psicológica. «Tenemos que lograr que cada tiro que haga sea un tiro complicado», apuntó el pívot.
Joel Anthony, el tercero en discordia, no parece el más adecuado. Mucho más lento que sus compañeros, la falta de agilidad podría pasarle factura a la hora de salir a defender a Nowitzki fuera de la pintura. Llevar a la línea de tiros libres al europeo no es la mejor solución.
Por último, Spoelstra podría decidirse por LeBron James para esa misión. «The King» es uno de los mejores defensores de la liga y, aunque su diferencia de estatura podría ser un handicap, su capacidad atlética suple cualquier carencia.
Sea cual sea la opción por la que se decida el técnico de los Heat, lo cierto es que los Heat no deberían olvidarse del resto de jugadores de Dallas si no quieren ver volar el anillo. Nowitzki está siendo el mejor, pero la aportación de Jason Terry o Shawn Marion también está siendo destacada.
Un «abuelo» en las finales de la NBA
A sus 38 años, Jason Kidd será el base más veterano en disputar unas finales de la NBA. Tras estar cerca del anillo en su etapa en Nueva Jersey, el base de los Mavericks buscará a partir de esta noche (3.00 horas) su primer título de campeón.
Es cierto que los ojos de medio mundo estarán centrados esta noche en el duelo entre Dirk Nowitzki y Lebron James, en la determinación de Dwyane Wade, en el poder de intimidación de Tyson Chandler o en la resolución que aporta Jason Terry desde el banquillo. Factores todos determinantes de una final que se presenta muy atractiva, y en la que Jason Kidd, a sus 38 primaveras, romperá el récord de Ron Harper como base más veterano que disputa una serie por el anillo.
Sus números en la «regular season» fueron más que regulares, rozando su peor temporada desde que se hizo profesional, pero en los play offs ha vuelto a dar un salto de calidad y el equipo lo ha notado. Secundado por el puertorriqueño Barea, Kidd ha regresado a su mejor nivel y está dispuesto a no dejar pasar la oportunidad.
NBA Emilio V. Escuderoel