Digamos que las primeras horas en Los Ángeles no han sido lo que se dice… de ensueño. Además de que uno se piensa que viene al trópico y se trae poca ropa de abrigo, luego hay cosas que se empeñan en salir mal. Y salen mal, o peor. No es que me haya pasado nada gordo (esta vez no he perdido ningún avión ni he tenido que visitar el hospital), pero hay veces que una concatenación de pequeñas desgracias complican un día que tenía que ser tranquilo.
La guinda a la fiesta ha sido la noticia que me llegó a media tarde: Rudy tenía que pasar por el quirófano y se perdía el resto de la temporada. Diría que me ha pillado por sorpresa, pero mentiría. La semana pasada, justo un día ante de que reapareciera con los Nuggets, hablé con alguien muy cercano a Rudy. Estaba tranquilo y me decía que el jugador también. El propio Rudy había colgado un vídeo en la red hablando sobre su recuperación y todo parecía ir por buen camino, pero a mi me sonaba a lo mismo del año pasado.
“¿Seguro que no le operan?”, pregunté. La respuesta, negativa, me hizo esbozar una sonrisa. Justo al contrario que hoy. El problema que Rudy arrastra en la espalda es crónico. Muchos jugadores de baloncesto lo sufren y aprenden a vivir con él. Es molesto, como reconocen algunos, pero inevitable para seguir jugando al baloncesto.
Rudy pasará en los próximos días por el quirófano en un intento por evitar las molestias que ya le costaron estar fuera de las canchas durante mucho tiempo el año pasado y que también le dejaron sin disputar la Supercopa con el Real Madrid. Aunque los Nuggets se metan en playoffs, el balear ya no jugará más este año en la NBA, así que la pregunta ahora es inevitable: ¿Volverá a hacerlo?
Si los médicos le dicen que lo de su espalda no tiene solución, el Real Madrid sería su opción. Allí no tendría que aguantar el ritmo infernal de partidos de la NBA y podría llevar mejor la lesión. Además, sin apenas haber jugado este año, será complicado que ninguna franquicia se fije en él como agente libre. Ni siquiera Denver, que para entonces ya tendrá sano a Gallinari y en plena forma a Chandler.
Rudy lleva dos años sufriendo con las lesiones. Una pesadilla que no parece tener fin y a la que se abren interrogantes de futuro. La primera, su recuperación. La segunda, los Juegos Olímpicos, donde tratará de estar a toda costa, aunque su dolencia le pida descanso. Y por último, la camiseta que lucirá a partir de octubre.
NBA Emilio V. Escuderoel