Uno de mis amigos, maño de pro y un poco profano en temas de baloncesto, me decía el viernes que era imposible que el CAI ganara en Barcelona. Daba el partido por perdido antes de jugarlo. Aquellas palabras me recordaron a lo que me confesaba Pau Gasol en una entrevista la pasada temporada. «¿El Barça? Puede perder algún partido, dejarse la Euroliga por un mal día en la Final Four, pero en una serie a cinco partidos es casi imposible que nadie le haga frente». Pues bien, el Caja Laboral le hizo un 3-0 al Barça en la final de la pasada ACB y el CAI se llevó un triunfo «impensable» del Palau Blaugrana, donde el Barça no perdía desde hace 659 días.
Sonó la flauta, pero porque el conjunto maño lo intentó, no dio en ningún momento su brazo a torcer y se adueñó de esa pizca de suerte que suele recompensar los esfuerzos titánicos. Con pocos segundos para el final, el Barça tenía el choque controlado, pero dos triples consecutivos (uno de ellos en el último suspiro), forzaron la prórroga, donde volvió a haber emoción hasta el final. No creo que el conjunto de Pascual pierda muchos más partidos este año en casa, pero es un aviso para evitar relajaciones. Además, ésta es la mejor prueba de que no hay que tirar la toalla antes de tiempo, como hizo, por ejemplo, Manolo Preciado antes de viajar con el Sporting al Camp Nou.
También estuvo a punto de sonar la flauta en la Caja Mágica, donde el Power Electronics tenía el partido controlado hasta que apareció Felipe «Gladiador» Reyes (MVP de la jornada) y le dio la vuelta al marcador. Aún así, nuevo aviso para el Real Madrid de Messina, que se confesaba la semana pasada en la revista Gigantes, y que no acaba de encontrar el ritmo necesario para considerarle un aspirante a los títulos. El Caja Laboral, tras su periplo americano, estuvo al borde del KO en Granada, que tuvo en sus manos dar la sorpresa hasta el último cuarto.
En definitiva, un fin de semana en el que los tres grandes de nuestro baloncesto estuvieron cerca del desastre. Uno de ellos, lo consumó, mientras que los otros dos lo solucionaron a tiempo. Aún así, estos partidos deberían dar que pensar a cada uno. El Barça, para que se dé cuenta de que no va a ser todo coser y cantar; el Madrid, para que no juegue con fuego y concentre la intensidad en los 40 minutos de partido; y el Caja Laboral para que no deje los deberes para última hora. Está claro que hay diferencia entre ellos y el resto, pero, si no se aplican, esa distancia se reduce y la flauta puede sonar.
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