Lunes 23 de mayo. 18.00 horas. Una persona acampa en la puerta de la Caja Mágica. Indignado, pero no por la situación política, dice que se ha ido allí por si adelantan el partido de semifinales de la ACB. “Con esto del baloncesto, nunca se sabe”, asegura. Aún no está confirmado, pero se rumorea que un grupo ha secundado su acción en Barcelona y está esperando a las puertas del Palau.
Bromas aparte, lo cierto es que el maltrato que el baloncesto está sufriendo en los últimos tiempos por parte de la televisión merece una reflexión. La lentitud a la hora de fijar los horarios para las semifinales de la liga ACB (más de 24 horas de incertidumbre) no ayudan, precisamente, a fomentar un deporte que está claramente a la baja en cuanto a su seguimiento, tanto en las canchas como en la televisión. Cosas como esta, están matando a un deporte que hace años movía masas y que, hoy en día, está dejando de interesar a la gran mayoría, lo que está socavando los cimientos de los clubes, cuya crisis económica está empezando a ser más que preocupante.
La gente ya no sabe a qué atenerse. Televisión Española, que es la dueña de los derechos, juega a su antojo con la parrilla, despistando, incluso, a los interesados de verdad en seguir la competición. El tenis, el ciclismo, el fútbol… todo vale y todo se antepone antes del baloncesto, que puede verse relegado al diferido a última hora, como ocurrió hace un par de domingos, cuando la última jornada de la liga regular tuvo que verse finalmente en diferido porque la final del torneo de tenis de Roma había sido retrasada por la lluvia.
Finalmente, los dos partidos de semifinales se verán el mismo día. La serie del Real Madrid-Bilbao Basket será en Teledeporte; la del Barcelona-Caja Laboral, en Autonómicas. Viernes, domingo, más un tercer encuentro que se disputará el martes en el caso del Real Madrid-Bilbao y el miércoles en el del Barça-Caja Laboral. La noticia llegó a #acampadacajamagica y #acampadapalau mediadas las seis de la tarde, pero eso sí, los aficionados “presentes” y no presentes, seguían indignados. ¿Hasta cuándo?
ACB Emilio V. Escuderoel