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Blogs Orientaciones por F. Pastrano

Aranda de Duero

Los secretos de una catedral que no es catedral

Maqueta de Aranda de Duero en el año 1503. Foto Arcos&Pastrano.
F. Pastranoel

Duero-Douro, patrimonio para el desarrollo” es un proyecto de cooperación transfronteriza que desde hace seis años promueve el desarrollo de la región del río Duero como destino turístico de primer orden.
En un lugar privilegiado de esta ruta (casi 900 km. desde el nacimiento del río en los Picos de Urbión, Soria, hasta su desembocadura en Oporto, Portugal) se encuentra Aranda de Duero, Burgos.
Para los romanos y todavía hoy para los portugueses, el Duero-Douro es un río de oro. También de vinos. En su tramo español hay siete denominaciones de origen, mientras que en el portugués hay cuatro. Desde Ribera de Duero o Arribes del Duero a Rueda o Toro. Desde Alto Douro a Porto.

Bodega-museo de Las Ánimas. Foto Arcos&Pastrano.

Sólo en Aranda, Ciudad Europea del Vino desde 2020, hay más de 135 bodegas. En esta ocasión visitamos la de Las Ánimas, una cueva del siglo XVIII convertida en museo, en la calle Santa María.
Justo enfrente está la iglesia de Santa María la Real, un impresionante edificio de los siglos XV y XVI que, por su tamaño, parece una catedral, pero no lo es. Se trata de una iglesia con abad y canonjía, pero que al contrario de las catedrales no es sede obispal, no tiene obispo. Sobre un templo anterior románico se construyó esta iglesia al mismo tiempo que la población de Aranda aumentaba considerablemente.

Iglesia de Santa María la Real. Foto Arcos&Pastrano.

Santa María la Real tiene una espectacular portada-retablo de estilo gótico isabelino en su fachada principal, que mandaron construir los Reyes Católicos.
Algunas de las cerca de un centenar de esculturas de este pórtico son difíciles de identificar, pues sus atributos han desaparecido con el paso del tiempo o son de compleja interpretación.

El santo con gafas de Santa María la Real. Foto Arcos&Pastrano.

En el segundo cuerpo de las pilastras, a la izquierda, aparece un santo desconocido junto a una mujer, María Magdalena. Se sabe que es ella pues sujeta con ambas manos un frasco, y dice la Biblia que la Magdalena ungió los pies de Jesús con un caro ungüento de nardo puro. El santo desconocido, lleva gafas, lo que puede constituir un anacronismo ya que los anteojos no se habían inventado en tiempo de los apóstoles. Sin embargo, los monjes franciscanos ya las utilizaban en el siglo XIII. Umberto Eco en “El nombre de la rosa” pone en boca del monje vidriero Nicola da Morimondo al que Guillermo de Baskerville enseña sus anteojos: “¡Oculi de vitro cum capsula! ¡Me habló de ellas cierto fray Giordano que conocí en Pisa! Decía que su invención aún no databa de dos décadas. Pero ya han transcurrido otras dos desde aquella conversación”.

San Bartolomé, en el centro, con un demonio a sus pies. Foto Arcos&Pastrano.

Cerca de ellos está San Andrés, fácilmente identificable por la cruz en forma de aspa en la que fue crucificado. A su derecha está San Bartolomé, patrón de los curtidores pues murió desollado. Tiene un demonio encadenado a sus pies, ya que el Señor le dio poder para expulsar demonios y dominar el mal con el bien… Todos los 24 de agosto, fiesta de San Bartolomé, se dice que el diablo anda suelto. Lo raro de esta estatua de la portada de Santa María la Real es que el demonio tiene una cara con la boca abierta entre sus piernas.

Una de las estrellas de cinco puntas. Foto Arcos&Pastrano.

La iglesia encierra muchos otros enigmas, entre ellos varias estrellas de cinco puntas grabadas en sus muros exteriores. También conocidas como “pentagramas”, son un símbolo relacionado con la magia, la brujería y la cabalística. Hay que fijarse mucho, o mejor buscar la complicidad de algún arandino ilustrado, para dar con ellos. Quizá el más asequible lo encontremos a metro y medio de altura en la calle de Santa María, junto a la torre románica anterior al resto del templo.

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