Todo el mundo esperaba este momento desde hace tiempo. El del desembarco (para algunos tardío) de uno de los grandes de la tecnologia al mundo de la movilidad y del multidispositivo. Ha sido necesario esperar varios años, pero al final Microsoft ha movido ficha. Y lo ha hecho, como suele, a lo grande. En más de 250 países al mismo tiempo y en 37 idiomas diferentes. El de Windows 8 es, en efecto, el mayor lanzamiento jamás realizado por el gigante de Redmond.
Una apuesta global destinada a entrar, por la puerta grande, en un mercado que actualmente dominan Apple y Google. El nuevo sistema operarivo, además, está concebido para revitalizar el sector del Pc, cuya supremacía se está viendo cada vez más amenazada por tablets y móviles inteligentes. Windows 8 funcionará también, en efecto, sobre cualquier tipo de dispositivo móvil e incluso, a través de la consola XBox, en televisores.
La presentación, llevada a cabo en Nueva York por Steven Sinofsky y el propio Steve Ballmer, máximo ejecutivo de la compañía, tuvo su réplica en numerosos países. En España, fue María Garaña, presidenta de Microsoft en nuestro país, la encargada de introducir el nuevo sistema operativo.
Las cifras de entrada, desde luego, son apabullantes. Esta misma noche, a partir de las doce, cuando se empiece a vender el nuevo Windows 8, se podrá elegir ya entre más de mil dispositivos diferentes (tablets y ordenadores de todas las marcas) en las principales tiendas del planeta. Fabricantes como HP, Samsung, LG, Sony, Dell, Asus o Lenovo (por citar algunos) tienen ya preparadas, en efecto, líneas completas de productos con Windows 8.
Ballmer aseguró que espera vender 400 millones de Pc con el nuevo sistema operativo. «Hemos hecho -dijo- un trabajo increíble. Sinceramente, los nuevos Windows 8 PC son los mejores ordenadores del mundo». El turno de los teléfonos móviles llegará el lunes, con la presentación de Windows Mobile 8, la versión del nuevo sistema operativo para smartphones.
El camino para llegar hasta aquí ha sido largo y no exento de dificultades. Desde el lanzamiento del primer iPhone, las reglas del juego empezaron a cambiar y la balanza empezó a inclinarse a favor de los smartphones y en detrimento del clásico Pc. La llegada del primer iPad no hizo más que confirmar la tendencia. Y la aparición del Android de Google dividió el mundo, en la práctica, entre los partidarios de la manzana y los del robotito verde. Hoy, hay más conexiones a Internet desde dispositivos móviles que desde ordenadores.
Microsoft quedó al margen de esta auténtica revolución y pasó de ser la compañia más valorada del mundo en el año 2000, con cerca de 500.000 millones de dólares, a los 252.000 millones de la actualidad. Los de Redmond tuvieron que replantear toda la estrategia y la arquitectura de sus productos para estar a la altura. Y tras el fracaso de Windows Vista, lanzaron Windows 7, el primero de los sistemas operativos de la compañía que permitía trabajar cómodamente en la nube. Con más de 670 millones de copias vendidas en todo el mundo, ese fue el origen del actual Windows 8.
En palabras de María Garaña, "Hemos cogido le mejor de Windows7 y le hemos incorporado todo lo necesario para hacerlo social. Algo que se puede usar en cualquier parte y en cualquier dispositivo".
El resultado es una capa de software (llamada Metro) que se superpone al núcleo de Windows 7 y que permite utilizarlo con un diseño totalmente nuevo, en pantallas tactiles. Y aunque es posible (con el simple toque de un dedo) volver al escritorio clásico de Windows, la nueva interfaz ofrece un gran número de ventajas. La pantalla principal aparece llena de iconos, reunidos en grupos (trabajo, juegos, imagen, etc) por el usuario. Con un movimiento del dedo podemos hacer que esa pantalla se desplace, de izquierda a derecha, mostrando todo su contenido. Es decir, a diferencia de lo que sucede con otros sistemas operativos, no es necesario ir pasando de pantalla para ver las diferentes aplicaciones instaladas.
Los iconos, además (otra diferencia) son activos. Es decir, que cobran vida sin que el usuario tenga que hacer absolutamente nada. El icono del correo, por ejemplo, mostrará los últimos mensajes sin tener siquiera que tocarlo; el de la agenda mostrará la actividad de nuestros contactos y el de las fotos, las últimas imágenes.
La pantalla siempre estará totalmente dedicada a la aplicación. Los menús, en efecto, permanecen ocultos y aparecen sólo si los invocamos desde los bordes mismos de la pantalla. Deslizando el dedo (de derecha a izquierda) en el borde derecho aparece el menú principal. Haciéndolo de abajo a arriba en el borde inferior aparece el menú específico de la aplicación que estemos utilizando. Si lo hacemos de arriba a abajo en el borde superior, cerraremos la aplicación en la que estemos trabajando y si pasamos el dedo de izquierda a derecha sobre el borde izquierdo cambiaremos automáticamente a la aplicación anterior a la que tenemos en pantalla. Fácil, sencillo y sumamente cómodo de utilizar.
Las aplicaciones, además, "hablan" entre sí sin que tengamos que hacer nada. Así, por ejemplo, desde la ficha de cada contacto podremos conocer de inmediato su actividad en redes sociales (y contestarle si es el caso), si tenemos o no un correo suyo o si ha publicado nuevas fotografías o documentos de trabajo. Todo sin necesidad de estar pasando de una aplicación a otra.
Otra novedad es la multitarea real. Es decir, la posibilidad de tener dos aplicaciones diferentes abiertas al mismo tiempo en pantalla, algo sumamente útil en un gran número de ocasiones y que otros sistemas operativos no permiten.
Pero quizá la mayor de las diferencias de este sistema operativo con respecto a los demás es que siempre tendremos el mismo escritorio sea cual sea el dispositivo que estemos utilizando. Bastará con introducir nuestra clave de Microsoft para que en el tablet, o en el móvil, o en la tv, (incluso si no son los nuestros) aparezca el mismo escritorio que tenemos en el Pc, con los mismos iconos y las mismas posibilidades. Si le dejamos el dispositivo a otra persona, por ejemplo el tablet, bastará con que ésta introduzca sus propias claves para que pueda operar en su propio escritorio.
Así podremos, por ejemplo, tener un usuario específico para que los más pequeños de la casa no toquen lo que no deben cuando estén jugando con el tablet o el ordenador de casa. Ellos tendrán su propio escritorio, con acceso a las aplicaciones que el adulto decida en cada momento.
Una vez establecido nuestro usuario podremos ver, también, las aplicaciones que tenemos instaladas en otros dispositivos (por ejemplo en el móvil) pero no en el que estamos utilizando. Y con el simple toque de un dedo bajaremos esas aplicaciones para poder utilizarlas.
Tras la presentación de Windows 8, también se presentó Surface, el tablet diseñado y fabricado por la propia Microsoft. Para Steve Ballmer, "será la primera vez que las tabletas sirvan para hacer cosas, y no sólo para ver cosas". Y aunque no está previsto que Surface, por ahora, se venda en España, sí que lo harán, a partir de esta misma noche, hasta 27 modelos diferentes de tabletas con Windows 8. Una oferta más que suficiente para que cualquiera, en palabras de María Garaña, encuentre lo que necesita.
Hasta el momento, y de las diferentes versiones de prueba que ya existen de Windows 8, se han producido ya 16 millones de descargas, una cífre récord y que supera con mucho a las versiones beta de cualquier otra versión de Windows. Desde febrero, cuando fue presentado por primera vez, se han llevado a cabo 127 estudios de usabilidad diferentes y en distintas culturas. Windows 8, además, ha sido sometido a diferentes clases de pruebas durante 1.240 millones de horas. Lo que equivale a más de 141.000 años…
Microsoft, pues, se dispone a entrar de lleno en un mercado que hasta ahora no había logrado dominar. ¿Conseguirá el gigante tecnológico hacerse hueco suficiente en un terreno que hoy está controlado por Apple y Google? Sólo el tiempo puede decirlo. Eso, y la reacción de los consumidores. Solo de ellos depende, en efecto, el éxito (o el fracaso) de esta apuesta.