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Blogs Ciencia y Tecnología por José Manuel Nieves

La sombra de Apple planea sobre el MWC de Barcelona

José Manuel Nieves el

No, Apple no es una de las empresas que participa en el Mobile World Congress de Barcelona, pero su presencia allí es absolutamente real, y  puede sentirse casi en cada esquina de la feria de telefonía móvil más importante del mundo. Cada vez hay más teléfonos “todo pantalla”, táctiles y con aplicaciones que se pueden activar con el toque de un dedo. Cada vez hay más fabricantes de terminales y operadoras lanzando plataformas de servicios y tiendas de Apps para sus productos. Y este año (otra “novedad” con la impronta de la manzana mordida), empiezan ya a aparecer los primeros acuerdos con editoriales, librerías y medios de comunicación con vistas a la inminente invasión mundial de “tablets”.

No. No se trata de ninguna broma. Criticado duramente por su competencia, incluso denostado por los máximos ejecutivos de otras firmas, el “concepto iPhone” se ha convertido, sin lugar a dudas, en el gran protagonista de esta edición del MWC. Para comprobarlo, basta con echar un vistazo a muchas de las novedades que se están presentando estos días. Todas las principales marcas, todas, parecen haber sucumbido al irresistible encanto del terminal que está cambiando, que ha cambiado ya por completo, el negocio de la telefonía móvil en todo el mundo.

Es cierto que, al ofrecer sus propias versiones, los distintos fabricantes intentan (y a veces consiguen) mejorar el original con cámaras más potentes, procesadores de última generación ultrarrápidos, pantallas de ensueño que crecen hasta las 4 pulgadas (contra las 3,5 del iPhone) y hacen posible calidades de imagen desconocidas hasta ahora. Pero en el fondo, desde el nuevo Wave de Samsung al Windows Phone, recién presentado por Microsoft, o al XPeria X10 de Sony Ericcson, o al creciente número de terminales basados en Android (el último de ellos el Milestone de Motorola), todos responden a un mismo y único patrón: el que Steve Jobs lanzó hace ya tres años y tras el que todos los demás han estado corriendo hasta ahora.

Había que oir a Steve Ballmer ayer, hablando de “un mercado atestado de teléfonos que se ven igual y hacen las mismas cosas”. El presidente de Microsoft introdujo un concepto de teléfono con ciertas diferencias (es cierto) con respecto al iPhone, pero basado por completo en él y en las posibilidades que ofrece a sus usuarios. Para ello, Microsoft no ha tenido reparos en renunciar a su interfaz habitual y presentar Windows 7 para móviles, donde los menús en ventanas dejan paso a “hubs” (o paneles móviles) que se deslizan por la gran pantalla (táctil, por supuesto) y dan acceso a las diferentes aplicaciones, agrupadas por categorías y tipos de uso.

Antes del iPhone, un teléfono móvil, por muy bueno o sofisticado que fuera, sólo era capaz de ejecutar las tareas que el fabricante (o la operadora) le habían programado. Hoy, sin embargo, el concepto inaugurado por la firma de Cupertino, basado en plataformas de desarrollo abiertas a miles de programadores para que hagan aplicaciones de todo tipo, ha cundido hasta tal punto que el negocio ya no volverá nunca a ser el mismo. No importa lo bueno que sea un teléfono. Si no está respaldado por un buen catálogo de aplicaciones que puedan ser descargadas a voluntad por el usuario, no valdrá nada. Hoy, es sólo el usuario, y nadie más que él, quien decide qué es lo que tiene que hacer y lo que no su terminal, con independencia de los deseos de la industria.

Ahí están, si no, las múltiples tiendas de aplicaciones surgidas tras la estela del Applestore, que ya ofrece más de 130.000 productos diferentes. Nokia, Samsung, Blackberry, Google, Telefónica o Vodafone (por poner sólo algunos ejemplos) han abierto ya sus propios “supermercados” de aplicaciones, aunque ninguno consigue aún igualar la oferta con la que cuenta el iPhone de Apple. El Android Market, la tienda de Google, que es la que más rápido crece, “sólo” ofrece unas 20.000 aplicaciones diferentes, mientras que las demás se quedan por ahora, en cuanto a variedad, muy rezagadas en comparación.

Una sección especial del MWC de este año denominada “App Planet”, es una muestra evidente de lo anterior. Entre sus más de cincuenta expositores, la inmensa mayoría ofrece nuevas funcionalidades y programas para el iPhone y también, cómo no, para el ya anunciado iPad. Y eso que la última creación de Apple ni siquiera está aún en el mercado…

Pero veamos. Desde que salió el primer teléfono de Apple han sucedido muchas cosas: los coreanos primero (Samsung y LG) y el resto después, emprendieron de inmediato una loca carrera por imitar tanto el dispositivo creado por Jobs como su modelo de negocio. La propia Apple, sin embargo, ha seguido lanzando al mercado versiones mejoradas de su único teléfono (Primero el 3G y luego el 3Gs), pero sin modificar en él nada sustancial. Parecería que la firma de la manzana se hubiera instalado cómodamente en su sillón, sin importarle el revuelo producido alrededor ni lo deprisa que estuviera corriendo la competencia.

Pero, ¿realmente se han quedado quietos los ingenieros de Cupertino? El lanzamiento del iPad demuestra que no. Se diría que, sencillamente, han aprovechado la ventaja inicial para pensarse muy bien cuál sería el paso siguiente. Y resulta que el paso siguiente está, como quien dice, a la vuelta de la esquina, y tiene forma de iPhone 4G. De hecho, cuando los demás fabricantes ya se acercan peligrosamente (e incluso superan) al iPhone que todos conocemos, Apple se dispone a dar el siguiente salto cualitativo. Para este verano se espera su siguiente lanzamiento y todo apunta a que esta vez no se va a tratar de una simple actualización o mejora de su único teléfono móvil (contra los centenares de modelos que esgrimen los demás fabricantes) sino de algo, una vez más, totalmente nuevo.

La pregunta, pues, es la siguiente: ¿Conseguirá el próximo movimiento de Apple mantener su ventaja sobre la competencia? ¿Volverá a obligar a la industria a realizar un nuevo giro tras los pasos del nuevo capricho de Jobs? Sea cual sea la respuesta, y sea cual sea el resultado, lo que parece claro es que la contienda ya tiene ganadores. Millones de ellos. Los consumidores de todo el mundo, que pase lo que pase se beneficiarán de productos cada vez más avanzados y (lo que es aún mejor) cada vez más pensados para resultarles realmente útiles.

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