Durante cinco largos meses, a mediados de 2017, la rutina diaria de la investigadora Emily Mason, del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, no varió en lo más mínimo. Llegaba por la mañana a su trabajo, conectaba su ordenador y empezaba a revisar, una tras otra, cientos, miles de imágenes del Sol. Y así a lo largo de todo el día, todos los días. “Durante esos meses -recuerda la investigadora- probablemente revisé entre tres y cinco años de datos”. Hasta que un buen día, en Octubre, se detuvo. Porque se dio cuenta de que había estado buscando en el lugar equivocado.
Uno de los mayores (y más discutidos) misterios de cuantos rodean al Sol es la razón por la que su superficie es mucho más fría que su atmósfera, la corona. Y resulta que la respuesta estaba oculta en un extraño y hasta ahora nunca observado fenómeno que los científicos habían pasado por alto: un auténtico diluvio de plasma que “llueve” casi continuamente sobre el Sol desde unas “pequeñas” estructuras magnéticas que los investigadores no habían visto hasta ahora y que han bautizado como “Topologías de lluvia de Punto Nulo” o RNTP.
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Ciencia