No son estrellas, pero tampoco planetas. Las enanas marrones son «objetos subestelares» que no han conseguido acumular la masa suficiente para empezar a brillar como auténticas estrellas. Más grandes que los gigantes gaseosos y más pequeñas que las estrellas más ligeras, las enanas marrones son, en realidad, estrellas fallidas. Podríamos decir que constituyen el «eslabón perdido» entre los grandes mundos de gas, como Júpiter, y las estrellas propiamente dichas. Precisamente por eso son objetos que suscitan el máximo interés entre los astrónomos.
Y ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Harvard acaba de añadir a las enanas marrones a la lista de objetos potencialmente aptos para albergar vida. En un estudio recién publicado en The Astrophysical Journal, en efecto, Masnavi Lingam y Abraham Loeb explican que las atmósferas de las enanas marrones poseen todos los ingredientes necesarios para dar sustento, como mínimo, a la vida microbiana.
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Ciencia