Resulta sorprendente ver tanto astrónomo junto. Y todos de la misma especialidad, y con una obsesión compartida: encontrar nuevos planetas habitables. Entre sesión y sesión, se les puede ver en corrillos, solos o acompañados, enfrascados en la lectura de algún complicado análisis de datos o en conversaciones técnicas, sentados en cualquier esquina, buscando el servicio de caballeros o acechando en la sala de conferencias a sus colegas, siempre dispuestos a hacerse entre ellos las preguntas más inoportunas. Ayer se inauguró en CosmoCaixa de Barcelona el congreso “Pathways”, cuya misión es establecer las pautas a seguir para encontrar, en los próximos años, otros mundos que puedan ser habitados por el hombre.
Tras una breve intervención de Douglas Lin, de la Universidad de California y director del Instituto Kavli de Astronomía de la Universidad de Pekín, que sirvió como presentación, le tocó el turno a James F. Kasting, el geólogo planetario que dedica sus esfuerzos a averiguar dónde, exactamente, hay que buscar.
Y resulta que, para Kasting, el mejor lugar son las estrellas de la clase “M”. Esta clase de astros son, de lejos, el tipo de estrella más abundante en el Universo, con un apabullante 76%. Se trata de cuerpos no demasiado calientres (alrededor de 3000 grados, la mitad que el Sol), tranquilos y bien asentados. Y no suelen cometer “excesos”, como hacen las estrellas de otras categorías. Un buen número de las “M” son enanas rojas, aunque también las hay gigantes, como Betelgeuse o Antares.
Pues bien, por una serie de afortunadas circunstancias, entre ellas que están entre la clase de estrellas mejor estudiadas y comprendidas por los científicos, las de clase M llevan, por ahora, la mayor parte de las papeletas para ser las primeras que detectemos con planetas habitables.
Para hacerlo, Kasting insistió en que es necesario que se cumplan una serie de condiciones, entre ellas que exista agua en estado líquido. “Que nosotros sepamos -dijo Kasting- el agua es esencial para la vida. Algunos bioquímicos creen que puede haber formas de vida no basadas en el carbono y que no dependan del agua. Sin embargo, la mejor forma de empezar es buscando vida en planetas parecidos a la Tierra. Lo que implica que debemos seguir buscando las zonas habitables a la manera convencional”.
“Hasta el 9 de septiembre -explicó Kasting- la lista de planetas extrasolares conocidos es de 374 miembros, pero ninguno de ellos es demasiado interesante desde el punto de vista de la astrobiología”. ¿Las razones? Porque son demasiado grandes, demasiado diferentes a la Tierra, están demasiado lejos y prácticamente ninguno está en la zona de habitabilidad de su estrella.
Kepler, el telescopio espacial recién lanzado y que estudiará el brillo de más de cien mil estrellas buscando planetas terrestres tampoco nos sirve, según Kasting. “Aunque trabaje a la perfección y sin fallos -dijo- Kepler sólo encontrará planetas muy distantes… y necesitamos encontrar otros que estén más próximos”.
Toda una batería de nuevas misiones están en construcción o proyecto para agilizar la búsqueda, afinando mucho sus criterios. Pero el esfuerzo, para Kasting, merece la pena, ya que el premio puede ser enorme: todo un nuevo planeta para la Humanidad.