Gracias, una vez más, a la sensibilidad de los instrumentos del telescopio espacial James Webb, un equipo de investigadores europeos ha conseguido estudiar como nunca antes la atmósfera del planeta WASP-107b, a 200 años luz de la Tierra. Al observar a gran profundidad la esponjosa atmósfera de ese mundo cercano, los investigadores no solo descubrieron vapor de agua y óxido de azufre, sino también nubes de arena de silicato. Partículas que se mueven rápidamente a través de una atmósfera dinámica y capaz de transportar materiales a grandes distancias.
El estudio, que se publica hoy mismo en ‘Nature’, vuelve a demostrar la extraordinaria capacidad del James Webb, en especial la de su instrumento de Infrarrojo Medio (MIRI), para llevar a cabo observaciones imposibles hasta ahora, como son las de atmósferas de planetas más allá del Sistema Solar.
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Ciencia