Si esta afirmación la hubiera hecho cualquier otra persona, seguramente no habría merecido una sóla línea de comentario. Pero no, ha sido el mismísimo Svante Pääbo, director de genética del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania, una de las organizaciones científicas más importantes del mundo. Svante Pääbo, el mismo que revolucionó a la comunidad científica internacional al presentar, el pasado mes de febrero, su proyecto más ambicioso, el primer borrador de un genoma de neandertal completo. Más de 3 mil millones de pares de bases (lo que supone cerca del 60% de todo el genoma) conseguidas a partir de ADN obtenido directamente de fósiles de neandertal. Pues bien, durante una conferencia pronunciada recientemente en el Cold Spring Harbor Laboratory, cerca de Nueva York, y recogida por el Sunday Times, Pääbo dijo estar “seguro de que las dos especies tuvieron relaciones sexuales”, aunque la cuestión, añadió, es averiguar cómo de “productivas” fueron esas relaciones.
Para aclarar ideas, un poco de historia: los humanos modernos, los que son como nosotros, llegaron a Europa hace unos 40.000 años, y la encontraron ocupada por otra especie humana, parecida pero no igual a la nuestra. Los neandertales reinaron en el continente europeo durante varios cientos de miles de años, pero desaparecieron relativamente rápido con la llegada de los nuevos pobladores. Ambas especies, los neandertales y la nuestra, convivieron sin embargo durante un periodo que oscila entre los 10.000 y los 12.000 años.
Una “convivencia” que ha hecho preguntarse a los científicos por el tipo de relación que ambas especies mantuvieron durante todo ese tiempo. “Lo que a mi realmente me interesa es saber si (al mezclarse) tuvieron hijos -afirma Pääbo, que aparece en la imagen en su laboratorio- y si esa descendencia contribuyó a a nuestra variedad actual. Estoy seguro de que tuvieron sexo, ¿pero contribuyó su descendencia a hacernos como somos? Seremos capaces de responder con rigor a esta pregunta con la nueva secuenciación (del genoma de los neandertales)”.
El próximo paso de Pääbo y su equipo, con el también colabora el grupo español que dirige el paleontólogo Antonio Rosas, es presentar una secuencia genética aún más completa que la anterior. Y las respuestas que halle en ella servirán para conocer aspectos hoy aún inéditos de nuestros orígenes. Además, claro, de mitigar las controversias actuales alrededor de una serie de fósiles recientemente descubiertos y que parecen compartir rasgos característicos de ambas especies. Los análisis genéticos llevados a cabo hasta el momento, sin embargo, muestran grandes diferencias entre los genes de los neandertales y los de nuestra propia especie.
Lo cual ha llevado a otro de los “grandes” de la paleontología, Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres, a decir en una conferencia en la Royal Society que “es posible que neandertales y humanos fueran genéticamente incompatibles, por lo que incluso en el caso de que se hubieran cruzado, sus hijos habrían podido ser menos fértiles”. Algo que sucede también en la actualidad cuando se cruzan, por ejemplo, tigres con leones o caballos con cebras.
“Yo solía creer que los neandertales eran muy primitivos -dijo Stringer- pero durante los últimos diez o quince mil años antes de su desaparición, hace unos 30.000 años, los neandertaales ya realizaban complejos ritos funerarios y fabricaban herramientas y joyas, como cuentas perforadas, tal como hacen los humanos modernos”.
Debido al largo tiempo que ha pasado desde que los neandertales se extinguieron, cualquier rastro de su ADN que pudiera haber pasado a nuestra especie se ha diluido muy por debajo de los niveles detectables. Un problema que Pääbo espera solucionar con la nueva secuenciación del genoma neandertal. En ella buscará, también, algun resto de nuestros propios genes para demostrar por fin si hubo o no hibridación entre ambas especies.
Ciencia