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El increíble caso de la estrella menguante

José Manuel Nieves el

Su nombre es Betelgeuse, es una “supergigante roja” y se encuentra en la constelación de Orión, a cerca de 640 años luz de la Tierra. Sus dimensiones son tan enormes que si estuviera en nuestro sistema solar, su perímetro llegaría hasta la órbita de Júpiter. Se trata de una de las pocas estrellas que, al ser fotografiadas por el telescopio espacial Hubble, aparece como un disco anaranjado en lugar de como un simple punto brillante (foto superior). Según los astrónomos, la estrella está al final de su larga vida y su destino más probable es explotar (en un periodo que oscila entre los mil y los diez mil años), convirtiéndose en una supernova del tipo II, tan brillante que su luz, a pesar de la distancia, será visible desde la Tierra durante años y a plena luz del día. Pero Betelgeuse, la primera estrella cuyo diámetro pudo medirse con precisión y una de las diez más brillantes de nuestro cielo nocturno, no se ha puesto ahora de moda por su gran tamaño, sino porque está menguando a ojos vista sin que nadie acierte a explicar por qué. Y es que en apenas quince años, la supergigante ha perdido cerca de un 15% de su diámetro. La estrella sigue encogiéndose suave, pero continuamente, sin que en apariencia haya ninguna razón para ello.

El increíble hallazgo, presentado en la última reunión de la American Astronomical Society en Pasadena (California) fue comprobado gracias a los datos obtenidos por el Interferómetro Espacial de Infrarrojos del Monte Wilson, de la Universidad de California en Berkeley. En 1993, el radio de Betelgeuse se estableció en 5,5 Unidades Astronómicas (una UA equivale a la distancia media entre la Tierra y el sol, unos 150 millones de kilómetros).

Pero desde entonces esta medida se ha reducido en un 15%, lo que equivale a decir que el radio de la estrella se ha encogido en una cantidad equivalente a la órbita de Venus. “Observar este cambio resulta muy sorprendente”, asegura Charles Townes, premio Nobel de Física en 1964 y autor principal del estudio, que se publica en el último número de “The Astrophysical Journal Letters’. “Seguiremos observando con cuidado durante los próximos años para ver si la estrella se sigue encogiendo o si recupera su tamaño”.

Sin embargo, y a pesar de su “adelgazamiento”, el brillo de Betelgeuse no ha disminuido en los últimos quince años. “No sabemos por qué la estrella se está encogiendo”, asegura Edward Wishnow, del Laboratorio de Ciencias Espaciales de Berkeley. “A pesar de todo lo que sabemos sobre las galaxias y el universo distante -añade- existen aún muchas cosas que desconocemos sobre las estrellas, incluyendo qué es lo que sucede con las gigantes rojas al final de sus vidas”.

Con una edad aproximada de diez mil millones de años (el doble que nuestro sol), hace ya mucho tiempo que Betelgeuse consumió sus reservas de hidrógeno. Cuando una estrella agota su combustible, su horno nuclear se apaga y el astro, víctima de su propia gravedad, se colapsa sobre sí mismo. Pero al contraerse, su núcleo vuelve a calentarse hasta alcanzar la temperatura de fusión del elemento siguiente al hidrógeno en la tabla periódica: el helio, que es precisamente el residuo de la combustión nuclear del hidrógeno. De esta forma su núcleo vuelve a encenderse, la estrella se expande, y su tamaño puede multiplicar decenas de veces sus dimensiones originales.

La estrella, entonces, enpieza a quemar helio hasta agotarlo por completo. Después, volverá a contraerse y calentarse, prendiendo una y otra vez su horno para quemar materiales cada vez más pesados. Durante este largo proceso, la estrella sufre una serie de “rebotes”, expandiéndose y encogiéndose, y con periodos estables cada vez más breves.

En el futuro, cuando también agote su hidrógeno (cosa que sucederá en unos cinco mil millones de años), nuestro sol también pasará por todas estas fases y se convertirá, como Betelgeuse, en una gigante roja. Para entonces, su diámetro habrá crecido tanto que superará la órbita de Venus. (Ver este artículo para más detalles sobre la evolución estelar)

A pesar de lo dicho, no resulta nada claro que el “encogimiento” de Betelgeuse se deba a que el combustible actual de su núcleo (los datos parecen indicar que se encuentra en la fase de quemar carbono) se esté agotando. Por este motivo, y a pesar de que existe consenso sobre el hecho de que la estrella está en las últimas fases de su existencia, su rápida reducción de tamaño sigue siendo un misterio para los científicos.

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