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Desvelado el “secreto” de los argonautas

José Manuel Nieves el

Desde los tiempos de Aristóteles, que ya lo observó hacia el año 300 antes de Cristo, los biólogos se han preguntado la razón por la que, entre todos los pulpos, sólo uno, la hembra del argonauta, es capaz de generar a su alrededor una fina concha en espiral. Tan frágil (hasta el punto de ser llamados “nautilos de papel”), que no sirve para protegerse de los depredadores. Y tan liviana que permite al animal flotar ingrávido entre dos aguas.

Durante siglos, y dado que las hembras de argonauta ponen y mantienen sus huevos dentro de la concha, se pensó que esa, ofrecer una especie de nido a su prole, era precisamente la función principal de la curiosa estructura. Ahora, un estudio realizado por biólogos australianos y publicado en la revista de la Royal Society británica acaba de revelar, por primera vez, la verdad: la función principal de la concha de los argonautas es permitir al animal ascender y descender en el agua a voluntad, gracias a unas “cápsulas de aire” que utiliza hábilmente para regular la profundidad sin realizar esfuerzo físico alguno.

“A través de la observación submarina de argonautas en libertad -afirma Julian Finn, investigador del Museo Victoria en Melbourne y autor principal del estudio- descubrimos que existe un proceso en cinco pasos mediante el que las hembras toman aire de la superficie marina y lo transportan a las profundidades, donde lo usan para flotar a voluntad”.

Lo cual pone fin a largas especulaciones sobre la función de esas curiosas bolsas de aire, que muchos consideraban responsables de que el pulpo flotara sin control y a la deriva hasta quedar varado en las playas de medio mundo. Sin embargo, Finn asegura que “este estudio demuestra que el aire del interior de las conchas de las hembras de argonauta no sólo es beneficioso para ellas, sino esencial para su supervivencia”.

En efecto, gracias a estas bolsas las argonautas pueden elegir con precisión a qué profundidad quieren estar por el simple método de “ajustar” la cantidad de aire que absorben en la superficie. Un mecanismo que les da una gran ventaja sobre otros pulpos, que para desplazarse de arriba abajo necesitan utilizar una gran cantidad de energía muscular.

El argonauta, sin embargo, utiliza una especie de propulsión a chorro para descender sin esfuerzo. A medida que baja (hasta unos 750 metros de profundidad), la creciente presión del agua va reduciendo el volumen de aire dentro de la concha, hasta llegar a un punto de equilibrio en el que el peso del animal se anula y éste, simplemente, se mantiene flotando en un estado similar a la ingravidez.

Finn cree que esta extraordinaria habilidad había permanecido oculta hasta ahora debido al hecho de que la mayor parte de los estudios anteriores se han llevado a cabo en acuarios, demasiado poco profundos para permitir al pulpo demostrar sus habilidades. Finn, sin embargo, utilizó ejemplares en libertad capturados por pescadores japoneses, buceando junto a ellos. “Eliminaba todo el aire del interior de sus conchas, los soltaba y observaba”, explica Finn.

Y lo que sucedía le dio la clave. Nada más soltarlos, los pulpos iban rápidamente a la superficie, tomaban una cantidad muy precisa de aire y lo “sellaban” dentro de su concha utilizando sus tentáculos. Después, regresaban a las profundidades.

A pesar de su parecido con el nautilo, otro cefalópodo con el que a menudo se le confunde, el argonauta es un auténtico pulpo, con ocho tentáculos dotados de ventosas alrededor de su boca central. Existen cuatro especies conocidas, vive en aguas templadas y tropicales y es una importante fuente de alimento para ballenas, focas, peces y aves marinas.

Las hembras pueden llegar a medir 50 cm y son capaces de fabricar sus conchas, segregando carbonato cálcico de dos órganos, similares a los que tienen las arañas para segregar su tela, situados en dos de sus tentáculos. Los máchos son mucho más pequeños, de apenas dos centímetros, y no pueden fabricar conchas.

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