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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Muere Josh Schwartz a los 45 años

Álvaro Alonsoel

En Oregón hay un parque natural alucinante donde las colinas son de colores. Josh Schwartz eligió este bonito nombre para su disco más personal, “Painted Hills” (Bird Song Recordings, 2010). Una obra maestra que será reconocida por lo que vale de manera póstuma. Como en `The Sound & The Fury´, una de las 11 altaneras canciones de su a la postre último testamento, su carrera fue la de un luchar a muerte contra el tiempo que lo devora todo. Desde que formara su primer grupo Further en los años noventa con Brent Rademaker, Schwartz no había dejado de mejorar experimentando con los pedales de su guitarra eléctrica, afinando sus solos tras largas escuchas de Neil Young y J. Mascis. De rasgo aniñado, Josh entró tocando la guitarra y componiendo en “Desert Skies”, las que fueron las primeras grabaciones de Beachwood Sparks en 1997. Comenzaba el siglo XXI y la costa oeste era un páramo. La aparición de Beachwood Sparks suponía poco menos que una resurrección. Lentamente fueron cobrando adeptos a la causa. De esta banda seminal salió una diáspora de grupos, como The Tyde o Gospelbeach. Josh, por desgracia, fue diagnosticado con una enfermedad esclerótica degenerativa. El mundo se paró. Siguió yendo a ver conciertos, pero ya no podía seguir tocando. Su vida se fue apagando, aunque su amor por la música no lo abandonó nunca. Todos lo recuerdan como un hombre bueno y lleno de talento. Cualquiera quisiéramos ser recordados por al menos la primera de estas dos cosas. Ser recordado por ambas solo está reservado a los mejores. Y Josh era uno de ellos. La luz de la mañana tiene hoy un brillo especial.



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