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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

The Smiths, el eterno femenino

Álvaro Alonsoel

The Queen is Dead. Con tan contundente título y un Alain Delon postrado, tintado en verde oscuro, alcanzaba en 1986 el grupo The Smiths una de las cimas de la música pop británica, gracias a las guitarras cristalinas de Johnny Marr y la voz iluminada de Morrissey, con el paso de los años convertido en icono indiscutible de toda una generación.

La carrera musical de The Smiths fue de una ascensión segura y apretada, similar a la de The Beatles, y como los de Liverpool también asentada en el formato de cuarteto simple, guitarra, bajo, voz y batería, y en la complicidad compositiva del tándem Marr-Morrissey, que venían a ser algo así como los Lennon-McCartney de la nueva era.

Esa nueva era no tenía mucho de halagüeño para los muchachos de Manchester, hartos de ver a sus padres pelear por un puesto de trabajo recientemente desregulado sin remisión por otro tándem, el formado por Reagan-Thatcher, que cambió para siempre el modo de concebir la relación con el trabajo en todo el planeta en cuestión de pocos años.

Las letras de The Smiths reflejan eso, por un lado el escapismo mediante la fantasía, el sueño de una sociedad medieval incluso, con castillos, cortes, palacios y bufones, donde Morrissey bien podría ser un trovador que desplegara su ácido humor para divertimento de los nobles. Su forma de bailar en el escenario siempre me ha parecido que refleja dicho universo imaginario.

Pero el universo imaginario de The Smiths no solo queda en el humor y la fantasía, también recoge la pasión por lo que podríamos llamar el “eterno femenino”, esas cantantes de los años sesenta, como Sandie Shaw, por las que Morrissey ha declarado sentir una profunda admiración.

El amor en sus múltiples facetas recorre gran parte de sus canciones, sobre todo de sus mejores canciones, como “There Is A Light That Never Goes Out”, recreada con gran acierto en castellano por Duncan Dhu.

Aquí merece la pena recordar que solo un Mikel Erentxun podía arriesgarse a imitar los experimentos vocales de Morrissey y salir airoso del asunto.

Es muy buena noticia para el pop nacional la resurrección recientemente anunciada de Duncan Dhu, con un

nuevo mini-LP en formato vinilo que verá la luz el 27 de agosto bajo el título de El Duelo.

“The Boy With The Thorn In His Side” es otra de sus más grandes canciones de amor. Esta última, la canción del chico con la espina clavada en el costado, es la canción preferida de The Smiths en palabras del propio Morrissey.

Según cuenta Johnny Marr, supuso un gran esfuerzo para ellos alcanzar el grado de luminosidad de esta canción que gira en forma de espiral perfecta. “Y si no nos creen ahora, ¿nos creerán alguna vez?”, y continúa cantando Morrissey…. “detrás del odio está el deseo de robar amor”.

Los cuatro primeros discos de The Smiths en un periodo de cuatro años, del 84 al 87, supusieron uno de los más altos grados de excelencia en el pop británico. Morrissey, Johnny Marr, Mike Joyce y Andy Rourke, fueron capaces nuevamente de hacernos soñar despiertos, en unos años en los que los sueños se hicieron más que necesarios.

 

 





Puede que alguno de los “pasajeros” de este blog estuviera aquel 18 de mayo entre los miles de jóvenes que invadimos el parque del Oeste de Madrid en 1985 para ver a unos gloriosos The Smiths en concierto. Este documento fabuloso del concierto íntegro en el Paseo de Camoens pone el zoom de vez en cuando sobre el público. ¿Te reconoces?



 

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