Ella era unos años mayor que yo, y cuando tomó por costumbre enseñarme a hacer la paella le daba bastante igual si era en su casa o en la mía. La suya era de salón señorial, la mía un apartamento con vistas al mar de la Calle Viriato. Una tarde subió las escaleras, llamó al timbre y cuando abrí la puerta vi que llevaba un disco en una bolsa. Era un disco de Peret. Ella regentaba un bar de bonito nombre: Blue Velvet. Por las mañanas trabajaba en una oficina. Saqué el disco de la funda, que rodó sobre el sofá y colocamos la aguja sobre el primer surco. Se abría el disco con una canción delirante, surrealista y absolutamente genial dedicada a un gitano que quiso ir a la Luna. Subimos el volumen, nos fuimos a la habitación e hicimos el amor sin pausa pero sin prisa con aquel ritmo de rumba chisporroteante que ni la coca-cola hasta que hubo que dar la vuelta al disco. De Peret. Nunca lo olvidaré. “A don Toribio Carambola se le ha antojado de ir a dar un viaje a la luna en un moderno proyectil”.
Estilos musicales Álvaro Alonsoel