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Blogs Música para la NASA. por Álvaro Alonso

Vainica Doble in memoriam

Álvaro Alonsoel

En la historia del pop español existen al menos dos tándem comparables a los Lennon-McCartney o Goffin-King. Uno es nuestro aún no adecuadamente dimensionado Quintero-León-Quiroga, por aquello de que nadie es profeta en su tierra y un cierto complejo de inferioridad que nos impide valorar lo nuestro, sobre todo si tiene algo que ver con el folklore. El otro, es el compuesto por dos mujeres que llevaron el pop español a sus más altas cotas de creatividad e ingenio: Aerssen-Santonja, o lo que es lo mismo, Vainica Doble.

Cuando uno se enfrenta por primera vez con las letras de las canciones de Vainica Doble -algo que nos ha pasado por el momento a los miembros de tres generaciones: la de los que vivían a mediados de los 70, cuando sale Heliotropo en el 73, y luego Contracorriente en el 76; la de algunos de los protagonistas de la movida madrileña -como Fernando Márquez El Zurdo, Carlos Berlanga o Nacho Canut- en segundo lugar; y la de los que descubrieron otra vez a Vainica Doble en los 90, como Los Planetas y el alter ego de Jota en su Grupo de Expertos Solynieve- siente primero la caricia de las voces de Carmen y Gloria, la luminosidad de los instrumentos, la pureza de las armonía vocales, los versos cristalinos en perfecta rima consonante, y parece que el mundo está bajo control y todo fluye.

Hasta que se abre el telón. Las letras de Vainica Doble, plagadas de dioses hindúes de las pequeñas cosas, de alfileres, costuras, pimientos, limones, caramelos, zapatitos de charol, higos chumbos…, de figuras fantásticas, de fábulas y leyendas, de términos biológicos, arqueológicos y paleontológicos, de costumbrismo entre fogones, de panteísmo enamorado, en realidad son una mezcla en una pócima que quiere llevarte a un lugar terrible, el del encuentro con una realidad que por fin queda desvelada.

La receta de Vainica Doble, ideada mientras estaban tal vez con las manos en la masa, es la de que vayas poco a poco descubriendo el sabor final que se esconde detrás de una serie de capas, una dulce, otra salada, otra amarga y ácida. La última no es definitiva, puesto que antes has pasado por las otras dos. Pero el resultado del desvelamiento es abismal. Es lo que da esa profundidad irrepetible a las letras de Vainica Doble, y lo que las sitúa más allá de su contemporaneidad, más allá de su espacio tiempo, siendo como son viñetas tan arraigadas a la vez en el tiempo que les tocó vivir.

Hay quien dice que Vainica Doble eran melancólicas o que poseían una sutil ironía. Yo creo que hay algo más grande. Irónico es un Javier Krahe o un Sabina. Melancólico es Enrique Urquijo o Antonio Vega. Lo de Vainica Doble es insuperable sencillamente porque te arrastra hacia el abismo de la existencia desde lo cotidiano, como nadie consiguió hacerlo antes ni lo ha podido hacer después en la historia del pop español.

Apenas hay grabaciones suyas en público. Querían grabar discos, tener sus seguidores, pero no eran de gustarles mucho los primeros planos. Eso sí, gracias al empeño de Jaime de Armiñán, sus canciones se fueron colando en la televisión española cuando era una y la veía todo el mundo. Alguno, se dirían ellas, se quedará con la copla y se preguntará, “¿quiénes son esas chicas que cantan?”

Los discos de Vainica Doble, magistralmente producidos por José Nieto y con la utilización de instrumentos pocos usuales en las producciones españolas, como el slide guitar, el sitar o el arpa, han sido admirados allende nuestras fronteras, y son hoy no solo objeto de culto sino pieza buscada por los coleccionistas. El primero en concreto, Vainica Doble, tiene su propia leyenda urbana, que sea cierta o no, supuso la desaparición casi inmediata de los pocos centenares publicados en la primera y única edición. Si posees una copia, tienes un pequeño tesoro.



Los últimos en recoger la antorcha olímpica de Vainica Doble fueron el Grupo de Expertos Solynieve, y esto casi al tiempo que Suburbano -antiguos colaboradores del dúo en la grabación en 1980 de El eslabón perdido-, que grabaron su LP de homenaje a Vainica Doble cantando junto a Sisa en el mismo 2006. Pero Jota, el líder de los Planetas, desde su grupo alternativo de “expertos” no solo captaba toda la fuerza de las Vainica sino que la incrementaba, en una versión de “Déjame Vivir con Alegría” publicado en su disco Alegato meridional que puede ser considerada ya sin reservas un clásico del pop español por derecho propio.

 

 



 

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