Casi nadie ha vendido tantos discos en el mundo como Neil Diamond. No hay hogar donde no se pueda escuchar alguna tarde de invierno “Song Song Blue”, “Sweet Caroline” o “You Don´t Bring me Flowers”.
A veces ese disco de Neil Diamond se halla escondido entre la discografía de los éxitos olvidados, como pertenecientes a otra época. Acaso ese disco sea “Solitary Man”, un single del sello Bang Records de Bert Berns, de 1966, el primer single de debut del jovencísimo Neil Diamond.
Johnny Cash, el inolvidable Johnny Cash, el hombre capaz de romper en el escenario una taza de latón llena de agua para regocijo de los presos de la cárcel de San Quentin en 1969, recuperó en 2001, dos años antes de morir esta canción preciosa de Neil Diamond, jugando con el espacio-tiempo, trayendo al siglo XXI aquel “Solitary Man” que muestra la faceta más profunda de un Neil conocido más bien por su simpatía y su carácter jovial y extrovertido.
En “Solitary Man” Neil Diamond sufre cantando, pues es tal la desnudez y la leve herida que provoca el oleaje de la canción, como de náufrago mecido por un bote en mitad de la noche, que uno no puede dejar de pensar en el océano inmenso alrededor y la sola compañía de una improbable esperanza.
Neil y Cash, Cash y Neil, dos generaciones muy distintas, dos caracteres muy dispares, dos geografías aparentemente irreconciliables como son Brooklyn-Tennessee, y sin embargo un mismo sentimiento común. Ambos dan a la canción una energía inusitada, un flujo orgánico capaz de hacerte saltar entre lágrimas.
Si uno fuera astronauta cantaría esta canción solamente para comprobar cómo es la ingravidez de una lágrima.
Ahí dejo la original de Neil Diamond y la recreación que hizo de ella Johnny Cash. Pueden elegir la que más les guste.
Y no deberían perderse estos dos minutos en los que Neil Diamond y Johnny Cash bromean juntos sobre sus orígenes, acaso no tan distantes.
ArtistasEstilos musicales