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Una política exterior paralizada

Una política exterior paralizada
Luis Ayllón el

Las relaciones internacionales están hechas en numerosas ocasiones a través de gestos y algunas actuaciones en momentos concretos pueden marcar la política de un país hacia otro o hacia una zona determinada del mundo. En el concierto mundial, hay situaciones que pueden ser aprovechadas para dar a un país una mayor visibilidad en detrimento de otros.

Del mismo modo, la falta de actuación puede dejar marcado también a un país y eso es algo que está comenzando a pasar en España como consecuencia de la crisis política que vivimos. Durante los dos últimos meses de 2015, la atención del Gobierno de Mariano Rajoy se centró ya en la campaña electoral y ahora la incertidumbre arrojada por los resultados de los comicios no hace más que acentuar la ausencia de España en el mundo.

No hay programadas visitas de alto nivel a España y los viajes de Estado de los Reyes programados para el primer trimestre del año a Arabia Saudí y al Reino han sido suspendidos, con el temor de que lo mismo pueda suceder con el que tienen previsto hacer a Japón y Corea del Sur a mediados de abril. Y cuando la Unión Europea se dispone a afrontar el reto de una posible salida del Reino Unido, no es la mejor situación tener un Gobierno en funciones limitado para tomar decisiones que puedan hipotecar la actuación futura de España.

Lógicamente, el hueco que deja España tienden a ocuparlo otros países. La reciente visita a París del presidente cubano, Raúl Castro, ha hecho pensar en que Francia quiere aprovechar la ocasión para tomar posiciones en la isla en un momento en que el régimen castrista busca apoyos en el exterior. Ayer el embajador francés, Yves Saint-Geours, negó que Francia quiera suplantar o sustituir a España en Cuba o en el Caribe, donde recordó que Martinica, Guadalupe y Guayana son territorios galos, por lo que París tiene también intereses estratégicos y económicos en la zona.

Pero lo cierto, es que, legítimamente, Hollande quiere aprovechar la debilidad de la política exterior española para tomar posiciones en regiones en las que tradicionalmente España ha estado presente. De hecho, dentro de un par de semanas, viajará a Argentina, donde ya habrá estado antes el primer ministro italiano, Mateo Renzi. Mariano Rajoy, que tuvo la habilidad de apostar por Maurici Macri cuando estaba en la oposición, no podrás sacar rendimiento inmediato a esa apuesta.

No es previsible, de todos modos, que esas visitas vayan a situar a España en Cuba, en Argentina o en el conjunto de América Latina, por detrás de Francia o Italia. Haría falta mucho tiempo para ello. La presencia económica de España es muy fuerte en esos países y en buena parte de los latinoamericanos. Pero España no puede dormirse ni echar por tierra el capital político y económico acumulado durante tanto tiempo.

La situación de interinidad e incertidumbre puede tener consecuencias en el terreno económico, pero también puede dañar nuestra política exterior, si se mantiene por mucho tiempo.

Por lo demás, si finalmente Pedro Sánchez llega a un acuerdo con Pablo Iglesias para formar Gobierno sería bueno que no lo hiciera a costa de echar por tierra algunos de los principios básicos de nuestra política exterior, entre ellos los compromisos con Europa y con la Alianza Atlántica.

Política Exterior
Luis Ayllón el

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