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Sprint final hacia el Consejo de Seguridad

Sprint final hacia el Consejo de Seguridad
Luis Ayllón el

La apertura de un nuevo periodo de sesiones en la Asamblea General de Naciones Unidas es la última gran oportunidad que tiene el Gobierno para arañar votos a favor de su candidatura a un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad. Quedan ya muy pocas fechas para la votación del próximo 16 de octubre y la competición con los otros dos candidatos –Nueva Zelanda y Turquía– para uno de los dos puestos en el grupo occidental, está siendo dura. Los neozelandeses tienen respaldos en la Commonwealth y en los pequeños países del Pacífico, cuyo voto vale tanto como el de Estados Unidos. Los turcos cuentan con el apoyo de muchos Estados musulmanes. España espera recoger los votos europeos y los de América Latina, incluida Cuba, que, finalmente, acaba de prometerlo y tal vez con la excepción de Brasil.

El Gobierno, y especialmente el ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha trabajado mucho los países africanos y asiáticos y se muestra esperanzado en que, por quinta vez España se pueda sentar en el Consejo de Seguridad. Pero hasta que no se produzca la votación, las promesas no dejan de ser más que eso: promesas.

La candidatura fue presentada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y asumida por el de Mariano Rajoy, a pesar de que los tiempos de crisis económica pudieran aconsejar una retirada. Porque tratar de conseguir un asiento en el Consejo de Seguridad cuesta dinero y en plena campaña no se pueden reducir en exceso las contribuciones a las operaciones y programas de la ONU.

Por primera vez, al igual que hacen la mayoría de los candidatos, España ha distribuido un díptico y un folleto en el que se recoge el compromiso de nuestro país con Naciones Unidas. En ellos figuran datos como que España ha aportado desde 1989, un total de 138.500 efectivos a las operaciones de mantenimiento de la paz o que es el sexto contribuyente mundial al sistema de Naciones Unidas, con donaciones como 900 millones de dólares al Fondo del PNUD para los Objetivos de Desarrollo del Milenio o 1.300 millones a la acción humanitaria y 1.000 para el Fondo del Agua, sin olvidar la promoción de la Alianza de Civilizaciones, iniciativa de Zapatero que Rajoy denostó en la oposición, pero que ha terminado manteniendo para no perjudicar a la candidatura.

García-Margallo va a dar una intensa batida a lo largo de la semana ministerial de Nueva York, respaldado en esta ocasión por la intervención del Rey en la apertura de la Asamblea General. La figura de Don Felipe reforzará, si duda, la candidatura española a un puesto que da prestigio internacional al país que lo consigue y permite participar en la toma de decisiones importantes a nivel mundial.

No obstante, ser miembro del Consejo puede crear serios quebraderos de cabeza. Basta recordar que la última vez que España formó parte del Consejo de Seguridad fue en el bienio 2003-2004, en plena crisis del Irak de Sadam Hussein. El Gobierno de José María Aznar se alineó incondicionalmente con el de George W. Bush, y las relaciones con otros países que formaban parte del organismo, como Chile y México, y mantenían posturas contrarias a la intervención militar, se resintieron. Las visitas de Aznar a Santiago y México D. F. en febrero de 2003 para tratar de convencer a Ricardo Lagos y Vicente Fox de que cambiaran su posición se produjeron en un clima bastante enrarecido.

En cualquier caso, obtener de nuevo un puesto en el Consejo sería un éxito para la diplomacia española. No será fácil que el recuento de la votación del 16 de octubre alcance los 129 apoyos necesarios de los 193 países miembros de la ONU, pero en el Gobierno hay cierto optimismo de que se conseguirá.

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