A Muammar el Gadafi no le ha gustado que ni el Rey ni Zapatero hayan hecho un hueco en su agenda para recibirle a su paso por España. Así que, finalmente, ha decidido pasar de largo y no plantar de nuevo su famosa jaima en los jardines del hotel La Boticaria de Alcalá de Guadaíra, como hizo en 2007, cuando vino en visita oficial. Hace casi un mes, el líder libio comunicó a las autoridades españolas que, tal vez le vendría bien pasar unos días en Sevilla y que le apetecía también ir a algún otro lugar de interés en Andalucía, como, por ejemplo, La Alhambra de Granada.
Debió de quedar con buen sabor de boca de su anterior estancia en tierras andaluzas, donde incluso asistió a una sesión de flamenco, o bien le quedaron por rematar algunas cosas, como ir de cacería, aunque eso tampoco podría haberlo hecho esta vez, porque, por lo visto, no está abierta la veda.
Lo cierto es que, después de algunas dudas, Gadafi dijo que sí, que vendría para una estancia privada. Después, pensó que ya que estaría en España, quizás Don Juan Carlos tuviera unos minutos para charlar con él y, si no, Zapatero. Lo pidió y el Gobierno le dijo que no, que no estaban disponibles y, en el fondo, que esas no eran formas, que lo del aquí te pillo, aquí te mato no vale en esto de las relaciones internacionales. Que mejor que hiciera lo que quisiera por Andalucía, pero a su aire. Aun así, Moratinos estaba dispuesto a ir a recibirle, por cortesía, al aeropuerto de Sevilla.
Gadafi se sintió decepcionado, porque seguramente piensa que en España tiene un país amigo. No hay que olvidar que fue José María Aznar uno de los primeros que le tendió la mano cuando en 2003 comenzó a dar señales de querer llevarse bien con Occidente y renunciar a sus vínculos con grupos terroristas. Gadafi se lo agradeció regalándole un caballo pura sangre árabe al que llamó “El Rayo del líder”, y que hoy pasa sus días, sin mucho que hacer, en el escuadrón de Caballería de la Guardia Civil de Valdemoro.
Además, Aznar ha vuelto varias veces a Libia y fue su invitado en una cena con cordero degollado, en Sevilla en 2007. Después, el Gobierno facilitó que el Rey viajará en enero de este año a Trípoli, para favorecer los intereses económicos de las empresas españolas y Moratinos acudió presuroso a los fastos del 40 aniversario de la revolución Libia, en una decisión muy criticada en España.
Pero posiblemente, ahora, el Gobierno se ha sentido aliviado con la decisión de Gadafi de no hacer su escala en España. Después del pase por aquí de Hugo Chávez y Evo Morales, era lo único que le faltaba para seguir labrándose la imagen de buena sintonía con los personajes más controvertidos de la política internacional.
Habrá que ver cómo se toma ahora las cosas el líder de la Gran Al-Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista.
Libia