Cuando el pasado sábado me comentaron que Fabian Picardo había afirmado que, si el Reino Unido sale de la Unión Europea, Gibraltar se plantearía aceptar una soberanía conjunta, me extrañó sobremanera. Por lo que conozco al ministro principal gibraltareño y por la trayectoria que ha tenido desde que llegó al cargo, creo que esa idea no anidaría en su cabeza ni aunque se bebiera la producción de una semana de la fábrica de Beefater de Londres.
Por eso, me inclino a pensar que, tal y como argumenta el Gobierno gibraltareño, todo se debe a una incorrecta interpretación de la transcripción de las palabras pronunciadas, en Sky News, por Picardo, que, lejos de hacer sus propias afirmaciones, estaba repitiendo unas palabras del ministro español de Exteriores, José Manuel García-Margallo, sobre la opción que le quedaría al Peñón, si el Reino Unido abandona la UE.
Picardo, a quien la salida del Reino Unido le produce auténtico pavor, hablaba de las consecuencias que el Brexit tendría para Gibraltar y recordó: “El actual ministro de Exteriores de España ha sido explícito sobre lo que esto puede significar. Dijo que podrían considerar el cierre la frontera si el Reino Unido saliera de Europa, no el día después de la votación, pero sí en la fecha de la salida efectiva. Y que si Gibraltar quisiera seguir teniendo acceso al mercado único y a los derechos de libertad de movimiento que disfrutamos hoy en día, nos tendríamos que volver a plantear una vez más el tema de la soberanía conjunta con España, tema que nadie en Gibraltar está dispuesto a contemplar”.
Hecha esta aclaración, que a mi me parece adecuada, tengo que decir que, obviamente, no es a Fabian Picardo a quien le corresponde decidir si Gibraltar debe estar bajo soberanía del Reino Unido o de España. Ni siquiera si debe haber una soberanía conjunta como en algún momento se plantearon Madrid y Londres y estuvieron a punto de llevar a cabo.
Por más que el Reino Unido se haya parapetado tras los “deseos” de los gibraltareños para no cumplir con los mandatos de Naciones Unidas que le obligan a negociar con España sobre la soberanía de la colonia, Picardo puede tener la voz que quiera sobre el asunto, pero nunca derecho de veto.
Pero esa no es hoy la preocupación principal de los gobernantes gibraltareños, que lo que temen es que con un Reino Unido fuera de la UE, España pudiera decidir cerrar la frontera y desde luego dificultar sensiblemente sus operaciones comerciales. El propio Picardo ya ha advirtió hace un año a las autoridades británicas en ese sentido, cuando dijo: “Las desastrosas consecuencias de la exclusión económica de nuestro principal bloque comercial, principalmente los servicios financieros, se verían agravadas por el hecho de brindar a las autoridades españolas una nueva oportunidad de excluirnos instrumentalizando la frontera”.
Downing Street sabe perfectamente que Picardo tiene motivos para temer que el Brexit suponga el fin de muchos de los privilegios de los que goza la economía parasitaria de Gibraltar. Por eso, los gibraltareños llevan meses poniendo su potente capacidad financiera al servicio de la campaña contra la salida del Reino Unido de la UE
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